I. Pedro Figari en hipertexto

¡Esta es una revisión vieja del documento!


Artículo que compara a dos autores positivistas.

Claps, Manuel Arturo - Spencer y Comte (Dos ideas de Positivismo), en Clinamen. Revista bimensual, nº 3, Montevideo, julio-agosto de 1947, pp. 17-21.


PASAR de la lectura de Comte a la de Spencer es realizar una experiencia interesante de historia de la filosofía. Lo primero que se advierte es el cambio de tono. La exposición de Spencer es más filosófica, en sus páginas se respira un aire de libertad espiritual, hay un respeto por el lector. En cambio, en la lectura de Comte uno se siente forzado; es el de éste un pensamiento dogmático -esencialmente dogmático- desesperado en la búsqueda de algo que no podrá hallar jamás por la vía racional. Es cierto que falta en el pensador inglés la energía vehemente que caracteriza el pensamiento de Comte; pero es que el modo de persuasión de ambos es distinto: Spencer razona para hacernos compartir sus evidencias mientras que Comte adopta un tono oratorio para convencernos.

Comte se queda muchas veces en las palabras -como se lo ha señalado el mismo Spencer- mientras que éste va siempre a la cosa, atiende al hecho con una humildad de auténtico hombre de ciencia. Ya había observado Bergson al confesar su adhesión a ella en la primera juventud: “La philosophie de Spencer visait à prendre l'empreinte des choses et à se modeler sur le détail des faits”.1)

La crítica de las opiniones de Comte es ejemplar. Todo en estas páginas de Spencer es nobleza e inteligencia, hay una comprensión del pensamiento ajeno que le honra. Le asiste una lucidez constante y hay una claridad clásica en el desarrollo de las ideas. Realiza lo que Whitehead propone como una de las tareas de la filosofía: “Philosophy, in one of its functions, is the critics of cosmologies. It has to inisist on the scrutiny of the ultimate ideas”.2)

El primer contacto con la obra de Comte se realizó a través de la traducción resumida del curso de Filosofía Positiva hecha por Miss Martineu.

En el ensayo ”The genesis of science” (julio de 1854) al tratar el problema de la clasificación de las ciencias, se ocupa de Comte con especial cuidado porque el esquema de éste “pide respetuosa consideración”. En páginas que preanuncian a Bergson discute desde el punto de vista gnoseológico la posibilidad de una agrupación serial de las ciencias. “Estamos obligados a pensar en sucesión; es ley de nuestras inteligencias que tengamos que considerar las cosas separadamente, una detrás de otra…”. No podemos “imponer al mundo externo un plan que surge tan claramente de una limitación de nuestra conciencia humana”. Y agrega: “han pasado por alto la cuestión previa de si es probable que la Naturaleza haya consultado la conveniencia de hacer libros”.3)

También discute extensamente desde el punto de vista histórico la misma posibilidad.

Vuelve de nuevo al tema en "The classification of the sciences" (abril de 1864). No vamos a entrar en el problema infinito y tal vez estéril de la clasificación de las ciencias, problema que parece haberse convertido en un sofisma del pensamiento de esa época. Ya había muerto Comte y Spencer discute con Littré.

Es preferible analizar el trabajo "Reasons for dissentig from the philosophy of M. Comte", donde se destacan con nitidez los principios fundamentales comunes del positivismo y también se diferencian dentro de esa corriente los perfiles de dos de sus más grandes representantes.

Spencer trata de distinguir la idea de positivismo de la de filosofía positiva “en el sentido de filosofía peculiar de Comte”. Acepta que el movimiento positivista que éste último designó como Filosofía positiva constituye “todo ese conocimiento definitivamente establecido que han ido organizado gradualmente los hombres de ciencia en un cuerpo coherente de doctrina”. 4) “Es decir, que el modo general de pensamiento y la manera de interpretar los fenómenos se ha venido formando desde hace dos siglos, que alcanzaba cuando él escribía un marcado desarrollo, y que es la herencia de todos los hombres de ciencia”.5) y agrega, refiriéndose a los que sustentan la doctrina y el método elaborados por la ciencia: “Si son positivistas es en el sentido que todos los hombres de ciencia han sido más o menos positivistas”.6)

Entra luego Spencer a especificar los principios generales en que concuerda Comte con pensadores precedentes y en los que está de acuerdo con él.7)

I) Todo conocimiento tiene su fuente en la experiencia. (Spencer hace notar que “la elaboración y el establecimiento definitivo de esta doctrina ha sido el carácter especial de la escuela inglesa de psicología”. Y que él lo sostiene en un sentido más amplio que Comte, ya que no sólo se refiere a la experiencia individual sino también a la de la especie).

II) Todo conocimiento es fenoménico o relativo. (Spencer observa que nadie pretende que Comte haya sido el primero que enunció esta verdad, y asistido por Hamilton enumera a varios filósofos desde Protágoras hasta Kant).

III) llegitimidad científica de las causas metafísicas.

IV) Existen leyes invariables, es decir, absolutas uniformidades de relación entre los fenómenos.

Luego de analizar los principios generales comunes, examina los principios organizadores del conocimiento que sostiene Comte, y que es el núcleo verdaderamente original de su pensamiento. Aquí se manifiesta la disensión total.8)

1º A la afirmación de Comte de que “el espíritu humano emplea tres métodos de filosofar” (el teológico, el metafísico y el positivo), Spencer responde que no hay más que un solo método de filosofar, que consiste en una reducción sucesiva de las causas, desde el pluralismo primitivo hasta el monoteísmo metafísico y positivo.

2º Como consecuencia del ideal positivo de presentar todos los fenómenos observados como casos particulares de un solo hecho general, según Comte, llegaríamos según Spencer a una concepción no muy distinta de la metafísica, criticada por aquél, que sostiene que la fuente de los fenómenos es la naturaleza (entidad metafísica).

3º Comte considera como absolutamente inaccesible y vacía de sentido la investigación de lo que se llama causa, sea primera sean finales. Spencer alega que si bien “en la extensión de las generalizaciones se van haciendo más indefinidas las concepciones de los agentes causales, y cuando se funden gradualmente en un agente causal universal dejan de ser representables en el pensamiento” … “sin embargo la conciencia de causa sigue siendo tan dominante al fin como lo era al principio y jamás podremos desprendernos de ella”. Y termina con estas profundas palabras: “Sólo puede abolirse la conciencia de causa aboliendo la conciencia misma”.

Comte sostiene que las ideas gobiernan y trastornan al mundo. Que la gran crisis política y moral de las sociedades actuales depende de la anarquía intelectual. Spencer afirma que son los sentimientos los que gobiernan y trastornan al mundo, a los que las ideas no hacen más que servir de guía.

5º A la opinión de Comte de que la escala enciclopédica está conforme en general con el conjunto de la historia de las ciencias, Spencer contrapone la afirmación de que no hay continuidad lógica ni histórica.

Finalmente opone sus ideas sobre puntos parciales. La biología al ocuparse del origen de las especies no especula inútilmente ni tampoco es seguro que éstas sean inmutables como afirma Comte. Por el contrario “del veredicto de la biología sobre esta materia tiene que depender por entero nuestra concepción de la naturaleza humana” y “nuestra teoría del espíritu y de la sociedad”. Tampoco comparte con Comte la idea de la imposibilidad de la psicología subjetiva, sino que afirma su realidad.

El ideal de la sociedad para Comte es una sociedad en que el gobierno se desarrolle hasta el máximo posible, mientras que para Spencer vamos progresando hacia una sociedad en que el gobierno se reduzca y se acreciente la libertad.

Discrepa en el objeto de la religión. No es la humanidad; sino que continuará siendo el que siempre ha sido: la fuente desconocida de las cosas.

Así como está de acuerdo con los principios fundamentales, hay algunas ideas de Comte con las que coincide: es necesario un nuevo orden de hombres de ciencia, cuya función sea coordinar los resultados a que han llegado los restantes; la educación del individuo hay que ponerla de acuerdo con la educación de la humanidad.

Reconoce que le debe la concepción de un consenso social y que ha adoptado su palabra sociología.

Luego de manifestar su admiración por el esfuerzo para llevar a cabo una empresa tan vasta, “por las inusitiadas facultades de generalización, por la amplitud de miras, por la gran originalidad y la inmensa fertilidad de pensamiento”, 9) al fijar su posición frente a la obra de Comte hace una estimación definitiva de la misma: “Los miembros de esta última clase (los que rechazan las doctrinas distintivas) están en sustancia en la misma posición en que estarían si él no hubiera escrito”. Y agrega: “en esta clase está la mayoría de los hombres de ciencia, y en esta clase estoy yo”. 10) El juicio es fuerte. “En la misma posición en que estarían si él no hubiera escrito”, es decir, que no considera la obra de Comte en su totalidad como una nueva adquisición del pensamiento humano, como la expresión de una verdad necesaria en el progreso del conocimiento.

Destaca la reacción que ha producido en él mismo y en otros pensadores y la resonancia social que ha tenido: “ha hecho un servicio especial familiarizando a los hombres con la idea de una ciencia social basada en otras ciencias”.11) Cree además que en sus escritos hay ideas que “no sólo valen como estímulos, sino por su verdad real y efectiva”. Está de más observar que éstas son en las que coincide con Spencer.

En varios pasajes de su trabajo Spencer se defiende enérgicamente de la idea de que pueda ser considerado como un positivista en el sentido de discípulo de Comte o adepto a su filosofía. De ahí su interés en precisar la idea de positivismo. Tal vez Spencer piense secretamente -aunque se cuida de decirlo- que su filosofía es la verdadera filosofía positiva.

Siempre en las apreciaciones de Spencer sobre Comte hay respeto por el hombre que piensa de otro modo si bien por momentos se desliza una ironía que es inmanente al pensamiento inglés.

Es una lástima que esta discusión de las opiniones de Comte no haya podido convertirse en polémica viva con éste, porque habría ganado en desarrollos y en fecundidad. Así, a pesar de que ilustra ampliamente esta querella de positivismo, y está garantizada por la honestidad y la serenidad del juicio de Spencer, por el espíritu de verdad que le anima, tiende a reducirse a antinomias estáticas, a falsas oposiciones evidentes.

Manuel Arturo Claps


1) H. Bergson, “La pensée et le mouvant”, Introduction.
2) A. N. Whitehead, “Science and modern world”, Preface. Macmillan, New York, 1946.
3) Spencer, “The genesis of science”. En Essays: scientifical, political, and speculative, vol. II. Library Edition, London, 1901, págs. 27 y 28. De este trabajo como de los siguientes hay traducción castellana de don Miguel de Unamuno en un volumen de La. España Moderna, Madrid, (sin fecha) con el titulo “De las leyes en general”.
4) Spencer, “Reasons for dissenting from the philosophy of M. Comte”, pág. 119. Con el positivismo sucede lo mismo que con el marxismo. Piensan que la filsofía positivista es una filosofía legitimada, autorizada por la ciencia. Del mismo modo que los marxistas sostienen que los términos marxismo y ciencia son sinónimos, que la ciencia es “marxista” y que el método de la ciencia es la dialéctica. En estas afirmaciones se desliza un sofisma peligroso que hay que denunciar en defensa de la ciencia y de la filosofía. En los positivistas era un paralogismo porque creían verdaderamente que el positivismo era la filosofía de la ciencia. En los marxistas adquiere un carácter más grave porque puede convertirse en un sofisma. Por otra parte y con un sentido general exacto, Emilio Oribe había observado que “Todos los que no nacieron a tiempo para ser comtistas hoy son marxistas. La mentalidad es la misma”. “Teoría del Nous”, 1ª edic., pág. 51.
5) “Reasons, etc.”, pág. 120. La misma actittud reaparece en Abel Rey: “Cuando hablo de positivismo contemporáneo, cuando hago acto de adhesión al positivismo no entiendo en efecto adherir a la doctrina de Comte sino simplemente aceptar, en el sentido en que Berthelot, por ejemplo, hubiera tomado estas expresiones, todas las enseñanzas de la ciencia positiva y no aceptar más que éstas”. “La Philosophie Moderne”, pág. 6, nota.
6) Ibidem
7) Reasons, págs. 122 a 124.
8) Reasons, págs. 125 a 126.
9) Reasons, pág. 121.
10) Reasons, págs. 121 y 122.
11) Reasons, pág. 139.