I. Pedro Figari en hipertexto

¡Esta es una revisión vieja del documento!


A MANERA DE EPÍLOGO

Con sólo estas notas sumarias, tomadas a escape, llenos de curiosidad y con bastante emoción, a medida que traducía el sabio Alí Biaba, no menos emocionado por cierto, no es posible hacer conclusiones ni emitir siquiera una opinión. Es por demás singular este pueblo kirio, para atrevernos a esto.

Me limitaré, pues, a expresar someramente mi «primera impresión», por lo propio rectificable.

Esto mismo ofrece no poca dificultad, pues hemos perdido contacto con la vida natural, de tal modo, que hasta nos cuesta concebirnos como elementos integrantes en la naturaleza. Se nos antoja que estamos aquí según se está en un vestíbulo, a la espera de que se nos mande pasar sin saber adónde. La mentalidad humana se encandiló con sus visiones, imaginó un reino sobrenatural, ya sea mirífico o terrible, y el hombre se ubicó en él envanecido con la idea de una falsa superioridad en la naturaleza, como ser de excepción, no por su más compleja organización, sino por su esencia misma. De este espejismo originario, como desvío cardinal, surgieron las consecuencias que estamos palpando, aun hoy, en medio de una aturdidora eclosión de conquistas científicas y de aplicado