I. Pedro Figari en hipertexto

¡Esta es una revisión vieja del documento!


Dilema que se plantea

Los últimos sucesos políticos, todos convulsivos, graves y congruentes: la revuelta; la abstención nacionalista; la renuncia colectiva de los miembros nacionalistas del cuerpo legislativo; la no aceptación de las proclamaciones ofrecidas á algunas conspicuas personalidades ajenas á los partidos tradicionales; el veto que opone la colectividad nacionalista al candidato de la mayoría, todo esto acusa desorganización democrática.

No es menester que examinemos muy analíticamente estos fenómenos: la revolución en instantes en que el país marcha en vías de una prosperidad innegable, y cuando las propias autoridades del partido que se yergue así, proclamaron la necesidad de ir á la lucha comicial; la abstención, á raiz de haberse dictado una ley electoral avanzada con el asentimiento y el voto de los mismos representantes de aquella colectividad; la renuncia de éstos antes de haber dejado bien establecido qué ideales perseguían y qué decepciones han sufrido, en el alto cuerpo en que actuaban; la negativa á aceptar el ofrecimiento hecho á algunos conciudadanos ajenos á las disidencias actuales de partido, por las autoridades de la colectividad que asume el poder; el veto del partido nacionalista y la propia forma en que cada una de estas colectividades, fracciones y núcleos de opinión se han producido, sin orden, ni armonía, llegándose al extremo de no encontrar una fórmula aceptable por los que iban á asumir una misma actitud, no es necesario, digo, que acudamos al detalle — que na haría más que robustecer las conclusiones que emergen de los lineamientos generales — para ver con toda claridad que, á pesar de nuestras ampulosas proclamas, no estamos aún preparados para vivir plenamente la vida de las instituciones que nos rigen. Y se presenta así, de inmediato, este problema previo: ¿Es el caso de insistir en nuestro propósito de tomar una senda francamente institucional, ó debemos volver al régimen de los acuerdos y demás convenios extralegales, para asegurar la tranquilidad y la paz pública?