I. Pedro Figari en hipertexto

¡Esta es una revisión vieja del documento!


Programa que, firmado por Figari, publicó la revista montevideana “de artes e ideas” en su segundo número.

Figari, Pedro - "Autonomía regional", en La Cruz del Sur, año I, nº 2, mayo 31 de 1924, p. 1.

AUTONOMÍA REGIONAL

Habíamos perdido el rumbo. El cosmopolitismo arrasó lo nuestro, importando civilizaciones exóticas, y, nosotros, encandilados por el centellear de la añosa y gloriosa cultura del Viejo Mundo, llegamos a olvidar nuestra tradición, acostumbrándonos a ir al arrastre, con la indolencia del camalote, cómodamente, como si no nos fuera ya preciso, por deberes de dignidad y de conciencia, preparar una civilización propia, lo más propia posible. Todo esto nos hizo vivir por muchos años una vida refleja, casi efímera. Del ambiente, no guardábamos más contacto que el de “el hecho”, y los valores tradicionales, que son su esencia espiritual y abolengo, yacían en el olvido, como valores de escaso monto, por no decir desdeñables.

Algunas iniciativas y algunos esfuerzos, sostenidos por “el gaucho” ya sea rural o urbano – pues para mi es tan gaucho el uno como el otro, siempre que tengan fe en las aptitudes de la raza americana y la consideren tan superior como la que más, y siempre que profesen cariño a su ambiente, y gratitud a sus próceres –, algunos empeñosos adalides de la tradición, que, inorgánicamente, y, por lo mismo, con mayores obstáculos, han venido bregando por mantener los rastros de la leyenda criolla, nos permitirán reconstruir el poema de América, y asentar sobre lo hondo de esa veta la civilización nuestra, la cual, frente a las enseñanzas de la experiencia mundial, y por más y mejor que se aproveche de ellas, podrá alcanzar todos los brillos, y todos los honores y eficiencias, sin dejar de ser la nuestra.

Este despertar de la conciencia autónoma tiene que alcanzar su plenitud, para que llegue al plano de las promesas incomparables de la fecundidad, y para que puedan palparse las efectividades insuperables de la misma. La famosa Cruz del Sur, que tantas cosas podría decirnos, de soberana poesía y de gran interés, viene a dar su nombre a esta revista encargada de fortalecer esa aspiración: ¡bienvenida sea! Pero, no olvidemos que nosotros, todos, estamos encargados de cuidar del arraigo y desarrollo de esa planta, que, por ser la nuestra, hemos de tratar de que alcance todas las frondosidades sanas, y todas las alturas honorables y auspiciosas.