I. Pedro Figari en hipertexto

Mi propósito


En medio del desconcierto general que nos aturde y nos abruma, debemos serenarnos para mejor inquirir sus causas determinantes que, acaso, ellas mismas nos sugieran lo que conviene hacer.

Sería un funesto error suponer que aún hoy puede cimentarse la buena política en maquiavelismos añejos, en « vivezas », ó en simples recursos de habilidad formal porque, en el mejor de los casos, solo se cosechan bienes efímeros por estos medios.

Es necesario elevarse, poniendo cada cual de su parte toda la ecuanimidad que pueda hallar dentro de sí, y proceder con la sinceridad con que debe procederse en las cuestiones graves, principalmente. El partidarismo por más decidido que fuere no impone, ni puede imponer la intolerancia, ni la deslealtad, ni la mentira, ni la injusticia desde que, frente al país, los partidos son simples medios de acción y estos solo pueden tener derecho á exteriorizarse en forma lícita. Por lo demás, hasta es útil la diversidad de recursos y de criterios.

El fin de los partidos es servir al país, que está y debe estar por arriba de los partidos y de todos los intereses y deberes partidarios.

Yo expondré, pues, el resultado de mis observaciones con la amplitud que me sea posible, en la inteligencia de que así interpreto, mejor que de otra manera alguna, las tendencias liberales de mi partido.