¡Esta es una revisión vieja del documento!
NOTICIA PROLOGAL
Andaba yo una mañana por los malecones del Sena en procura de algo, según ocurre tan a menudo, sin saber qué, cuando oí este diálogo:
—-Hágame un precio, cualquiera; hace ya mucho que lo tengo aquí, y me incomoda. Es muy voluminoso, y no hay espacio.
El bibliófilo volvió a mirar el abultado legajo, con sus gafas de vidrios ahumados, hojeó, y dijo:
—-Ni sé en qué lengua está escrito…, sólo podría adquirirlo para recortar los diseños… ¿De qué me sirve?…
A medida que balbuceaba estas palabras se alejaba, y el mercader, al verme, sonrió con su pipa curada y sebácea entre las barbas, invitándome a interesarme, con un ademán.
Comencé a hojear, y, como nada me dijese el texto, mientras miraba los dibujos escuchaba al mercader suplicante, que repetía:
—-iEs manuscrito, señor! ¡Fíjese bien: es manuscrito antiguo!…
Confieso que la idea de que alguien en la antigüedad se hubiese esmerado en escribir tan largo con