I. Pedro Figari en hipertexto

¡Esta es una revisión vieja del documento!


Nuestro sentimentalismo

Para poder sustraernos á las reglas usuales de convivencia, y á fin de cohonestar tamaño desvarío, hemos apelado á un original sentimentalismo, pretendiendo establecer que este pueblo es una excepción en el orbe, es decir, que no somos como todos los demás pueblos de la tierra, un pueblo, sino más bien una sola y gran familia. ¡Y eso que nuestras estadísticas acusan una asaz respetable cifra de luchas internas tenaces y sangrientas!… Verdad que las cuestiones de familia, son las peores.

Por poco, que meditemos, se ve claro el engaño. ¿Por qué hemos de ser nosotros más que otro pueblo alguno, una sola familia y no una agrupación social y política, como todas sus congéneres?

El pueblo francés, el inglés, el ruso y el mismo pueblo multimillonario chino, todos están constituidos, cada cual por una raza más ó menos homogénea, con tradiciones más ó menos comunes y seculares, y con vinculaciones y solidaridadades las más estrechas. Y si hemos de analizar, debe advertirse en contra de nuestra peregrina tesis — hecha carne en la conciencia pública — que nuestra población es cosmopolita, antes bien, muy cosmopolita, y que sus tradiciones así como sus vinculaciones sociales y políticas son de muy corta data. Tal vez hayan pocos pueblos en la tierra que tengan menos razón para considerarse una sola y única familia — hoy día, por lo menos — y si es así ¿porqué hemos de reputarnos una excepción, con desconocimiento de tan claros antecedentes ? ¿Hay