I. Pedro Figari en hipertexto

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-[[http://www.archivodeprensa.edu.uy/biblioteca/arturo_ardao/|Arturo Ardao]] desliza algunas observaciones, como en otras instancias, acerca de la destacada y profunda reflexión filosófica de Pedro Figari que, por aquellos años de mediados del siglo veinte, estaba alcanzando una lectura y mirada más detenidas, dejando así paso al reconocimiento de su obra -más allá de la pictórica y de sus otras actividades públicas- y a una relevancia más o menos postergada en Uruguay, su país. A Figari ya se le había concedido, sin embargo, un lugar de importancia, en tanto //pensador//, en la Europa intelectual que asomaba a las primeras décadas de la centuria pasada. Ardao aborda aquí algunas de las líneas del pensamiento filosófico de Figari, posicionando al pensador uruguayo entre la filosofía de Le Dantec y la de Bergson.+[[http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Arturo_Ardao/doku.php|Arturo Ardao]] desliza algunas observaciones, como en otras instancias, acerca de la destacada y profunda reflexión filosófica de Pedro Figari que, por aquellos años de mediados del siglo veinte, estaba alcanzando una lectura y mirada más detenidas, dejando así paso al reconocimiento de su obra -más allá de la pictórica y de sus otras actividades públicas- y a una relevancia más o menos postergada en Uruguay, su país. A Figari ya se le había concedido, sin embargo, un lugar de importancia, en tanto //pensador//, en la Europa intelectual que asomaba a las primeras décadas de la centuria pasada. Ardao aborda aquí algunas de las líneas del pensamiento filosófico de Figari, posicionando al pensador uruguayo entre la filosofía de [[http://www.filosofia.org/aut/svc/1922p341.htm|Le Dantec]] y la de [[http://www.pensament.com/bergson.htm|Bergson]].
  
 {{:figari:otros_documentos:ardao_a._-_figari_entre_le_dantec_y_bergson_1961-62_.pdf|Ardao, Arturo - "Figari entre Le Dantec y Bergson"}}, en //Etapas de la inteligencia uruguaya//. Departamento de Publicaciones de la Universidad de la República, Montevideo, 1968, pp. 315-327. {{:figari:otros_documentos:ardao_a._-_figari_entre_le_dantec_y_bergson_1961-62_.pdf|Ardao, Arturo - "Figari entre Le Dantec y Bergson"}}, en //Etapas de la inteligencia uruguaya//. Departamento de Publicaciones de la Universidad de la República, Montevideo, 1968, pp. 315-327.
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 En Montevideo, cayó en el más extraño vacío. En el solo término de tres años, entre 1909 y 1912, aparecen las cuatro obras más importantes de la que fue a principios del siglo nuestra filosofía de la vida: en 1909, //Motivos de Proteo//, de Rodó; en 1910, //Lógica viva//, de Vaz Ferreira y //La muerte del cisne//, de Reyles; en 1912, //Arte, estética, ideal//, de Figari. Filosofía de la vida en todos los casos, aunque el concepto de vida variara desde el biográfico al biológico, para decirlo aquí rápidamente con la distinción orteguiana. Mientras las tres primeras tenían inmediata resonancia y se incorporaban de golpe a nuestra tradición intelectual más frecuentada, la obra de Figari fue rodeada por el silencio. Rodó, Vaz Ferreira, Reyles, eran ya autores consagrados desde antes del 900. Figari, aunque inteligencia reconocida, era visto ante todo como jurista y hombre de acción. No se pudo concebir que, a la vuelta de un desengaño político, escribiera un libro filosófico de valor. Por otra parte, el libro era de larga y difícil lectura. Lo prudente era ignorarlo. Y nuestra historia intelectual lo ignoró hasta mediados del siglo. Aisladas evocaciones empezaron entonces a sacarlo de la oscuridad. En Montevideo, cayó en el más extraño vacío. En el solo término de tres años, entre 1909 y 1912, aparecen las cuatro obras más importantes de la que fue a principios del siglo nuestra filosofía de la vida: en 1909, //Motivos de Proteo//, de Rodó; en 1910, //Lógica viva//, de Vaz Ferreira y //La muerte del cisne//, de Reyles; en 1912, //Arte, estética, ideal//, de Figari. Filosofía de la vida en todos los casos, aunque el concepto de vida variara desde el biográfico al biológico, para decirlo aquí rápidamente con la distinción orteguiana. Mientras las tres primeras tenían inmediata resonancia y se incorporaban de golpe a nuestra tradición intelectual más frecuentada, la obra de Figari fue rodeada por el silencio. Rodó, Vaz Ferreira, Reyles, eran ya autores consagrados desde antes del 900. Figari, aunque inteligencia reconocida, era visto ante todo como jurista y hombre de acción. No se pudo concebir que, a la vuelta de un desengaño político, escribiera un libro filosófico de valor. Por otra parte, el libro era de larga y difícil lectura. Lo prudente era ignorarlo. Y nuestra historia intelectual lo ignoró hasta mediados del siglo. Aisladas evocaciones empezaron entonces a sacarlo de la oscuridad.
  
-En París, en cambio, el libro repercutió en seguida, en circunstancias que no han sido todavía historiadas. Dos hechos condicionaron esa repercusión. El viaje que Figari hizo a París en 1913, su segundo a Europa después del que había hecho en 1886, recién egresado de la Facultad de Derecho; y la existencia desde hacía poco en París de una organización latinoamericanista de especial sensibilidad para las manifestaciones intelectuales de nuestros países: la "[[figari:anexos:huerta_mona_-_un_mediateur_efficace_por_la_cooperation_scientifique_francaise.pdf|Agrupación de Universidades y Grandes Escuelas de Francia para las Relaciones con la América Latina]]". Esta agrupación, que había sido [[figari:anexos:martinenche_e._-_le_groupement_des_universites_in_congres_international_pour_l_extension_et_la_culture_de_la_langue_francaise-2.pdf|fundada en 1908]], tenía -y tendría por muchos años, hasta la década del 30- por gran animador a Ernest Martinenche, profesor de Lengua y Literatura Españolas en la Facultad de Letras de la Sorbona. Un discípulo suyo, [[http://fr.metapedia.org/wiki/Charles_Lesca|Charles Lesca]], fue desde entonces su invariable e íntimo colaborador durante toda su larga actividad latinoamericanista. Cuando Figari llegó a París en 1913, la Agrupación había creado ya en la Sorbona una "Biblioteca Americana", convertida muy pronto, tanto como en un centro de estudio, en tertulia concurrida a la vez por franceses y por latinoamericanos, residentes o de paso por París. Todos los próceres de nuestra generación modernista desfilaron por ella. También Figari. Y de allí la relación con Charles Lesca, que llevó a éste a emprender la inmediata traducción al francés de //Arte, estética, ideal//.+En París, en cambio, el libro repercutió en seguida, en circunstancias que no han sido todavía historiadas. Dos hechos condicionaron esa repercusión. El viaje que Figari hizo a París en 1913, su segundo a Europa después del que había hecho en 1886, recién egresado de la Facultad de Derecho; y la existencia desde hacía poco en París de una organización latinoamericanista de especial sensibilidad para las manifestaciones intelectuales de nuestros países: la "[[figari:anexos:huerta_mona_-_un_mediateur_efficace_por_la_cooperation_scientifique_francaise.pdf|Agrupación de Universidades y Grandes Escuelas de Francia para las Relaciones con la América Latina]]". Esta agrupación, que había sido [[figari:anexos:martinenche_e._-_le_groupement_des_universites_in_congres_international_pour_l_extension_et_la_culture_de_la_langue_francaise-2.pdf|fundada en 1908]], tenía -y tendría por muchos años, hasta la década del 30- por gran animador a Ernest Martinenche, profesor de Lengua y Literatura Españolas en la Facultad de Letras de la Sorbona. Un discípulo suyo, [[https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Lescat|Charles Lesca]], fue desde entonces su invariable e íntimo colaborador durante toda su larga actividad latinoamericanista. Cuando Figari llegó a París en 1913, la Agrupación había creado ya en la Sorbona una "Biblioteca Americana", convertida muy pronto, tanto como en un centro de estudio, en tertulia concurrida a la vez por franceses y por latinoamericanos, residentes o de paso por París. Todos los próceres de nuestra generación modernista desfilaron por ella. También Figari. Y de allí la relación con Charles Lesca, que llevó a éste a emprender la inmediata traducción al francés de //Arte, estética, ideal//.
  
 En el mismo año 1913, en el "Boletín" mensual que publicaba la "Biblioteca Americana", dio a conocer Lesca, en francés, un fragmento del libro de Figari con el título de //Champ où se developpent les phénomènes esthétiques//. La publicación, de la que se hizo una separata,((El opúsculo, de 32 páginas, tenía esta portada: Groupement des Universités et Grandes Écoles de France pour les relations avec l'Amérique Latine. BULLETIN de la Bibliothèque Américaine (Amérique Latine), Pedro Figari. //Champ où se developpent les phénomenes esthétiques// (Extrait des numéros d'Avril et de Mai) 1913. Paris. Rédaction, Sorbonne, Secrétariat de la Faculté de Sciences. Administration, Librairie Hachette et Cie., 79 Boulevard St. Germain.)) estaba precedida por este epígrafe: En el mismo año 1913, en el "Boletín" mensual que publicaba la "Biblioteca Americana", dio a conocer Lesca, en francés, un fragmento del libro de Figari con el título de //Champ où se developpent les phénomènes esthétiques//. La publicación, de la que se hizo una separata,((El opúsculo, de 32 páginas, tenía esta portada: Groupement des Universités et Grandes Écoles de France pour les relations avec l'Amérique Latine. BULLETIN de la Bibliothèque Américaine (Amérique Latine), Pedro Figari. //Champ où se developpent les phénomenes esthétiques// (Extrait des numéros d'Avril et de Mai) 1913. Paris. Rédaction, Sorbonne, Secrétariat de la Faculté de Sciences. Administration, Librairie Hachette et Cie., 79 Boulevard St. Germain.)) estaba precedida por este epígrafe:
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 La guerra europea, sin embargo, dilató hasta 1920 esa anunciada aparición. Fue ese año que salió a luz la primera edición francesa del libro de Figari, bajo el título de //Art, esthétique, idéal//. Fue hecha por la misma "Agrupación" arriba mencionada, en traducción de Charles Lesca y con prólogo del eminente Henri Delacroix.((Constaba de 600 páginas y tenía esta portada: Groupement des Universités et Grandes Écoles de France pour les relations avec l'Amérique Latine. Pedro Figari. //Art, esthétique, idéal//. Traduit de l'Espagnol par Charles Lesca, avec un avant-propos de H. Delacroix. Paris. Librairie Hachette et Cie., 79, Boulevard Saint Germain, 1920.)) El prefacio de Figari y algunos términos y pasajes del texto aparecían modificados con relación a la edición montevideana de 1912, por obra sin duda alguna del propio Figari. En su prólogo, Delacroix llamaba la atención sobre "algunas de las numerosas e interesantes sugestiones de esta teoría estética", destacando en particular, como especialista en psicología del arte, los "excelentes análisis de la emoción estética". La guerra europea, sin embargo, dilató hasta 1920 esa anunciada aparición. Fue ese año que salió a luz la primera edición francesa del libro de Figari, bajo el título de //Art, esthétique, idéal//. Fue hecha por la misma "Agrupación" arriba mencionada, en traducción de Charles Lesca y con prólogo del eminente Henri Delacroix.((Constaba de 600 páginas y tenía esta portada: Groupement des Universités et Grandes Écoles de France pour les relations avec l'Amérique Latine. Pedro Figari. //Art, esthétique, idéal//. Traduit de l'Espagnol par Charles Lesca, avec un avant-propos de H. Delacroix. Paris. Librairie Hachette et Cie., 79, Boulevard Saint Germain, 1920.)) El prefacio de Figari y algunos términos y pasajes del texto aparecían modificados con relación a la edición montevideana de 1912, por obra sin duda alguna del propio Figari. En su prólogo, Delacroix llamaba la atención sobre "algunas de las numerosas e interesantes sugestiones de esta teoría estética", destacando en particular, como especialista en psicología del arte, los "excelentes análisis de la emoción estética".
  
-En 1926 el libro conoce una segunda edición francesa, a cargo esta vez de la Revue de l'Amérique Latine, órgano que había sustituido al antiguo "Boletín" de la ya mencionada agrupación. Apareció con un nuevo título, //Essai de philosophie biologique//, convirtiéndose el anterior en subtítulo. La traducción era exactamente la misma de Lesca, pero en lugar del prólogo de Delacroix, luce ahora una extensa nota preliminar de Désiré Roustan, el conocido filósofo frarcés de la escuela bergsoniana.((Constaba de 512 páginas y tenía esta portada: Pedro Figari. //Essai de philosophie biologique. Art, esthétique, idéal//. Traduit de I'Espagnol par Charles Lesca. Précédé d'une Note sur l'art et les doctrines de M. Pedro Figari, par M. Désiré Roustan. Troisième édition. Paris. Éditions de la Revue de l'Amérique Latine, 2, Rue Scribe, 1926.)) La nota de Roustan consideraba al mismo tiempo "el arte y las doctrinas de Figari". Había sido con posterioridad a la primera edición francesa de su libro que Figari se había revelado como pintor. Roustan toma en cuenta esa dualidad. Y explica el origen de su conocimiento de la misma, en ocasión de un viaje que hiciera a Buenos Aires en 1924: "No bastando a mi curiosidad una visita, frecuentaba el taller donde tantos sueños habían tomado forma y color, interrogaba al pintor mismo, y fui muy sorprendido al encontrar un filósofo".+En 1926 el libro conoce una segunda edición francesa, a cargo esta vez de la [[figari:anexos:la_revue_de_l_amerique_latine_y_la_literatura_hispanoamericana.pdf|Revue de l'Amérique Latine]], órgano que había sustituido al antiguo "Boletín" de la ya mencionada agrupación. Apareció con un nuevo título, //Essai de philosophie biologique//, convirtiéndose el anterior en subtítulo. La traducción era exactamente la misma de Lesca, pero en lugar del prólogo de Delacroix, luce ahora una extensa nota preliminar de Désiré Roustan, el conocido filósofo frarcés de la escuela bergsoniana.((Constaba de 512 páginas y tenía esta portada: Pedro Figari. //Essai de philosophie biologique. Art, esthétique, idéal//. Traduit de I'Espagnol par Charles Lesca. Précédé d'une Note sur l'art et les doctrines de M. Pedro Figari, par M. Désiré Roustan. Troisième édition. Paris. Éditions de la Revue de l'Amérique Latine, 2, Rue Scribe, 1926.)) La nota de Roustan consideraba al mismo tiempo "el arte y las doctrinas de Figari". Había sido con posterioridad a la primera edición francesa de su libro que Figari se había revelado como pintor. Roustan toma en cuenta esa dualidad. Y explica el origen de su conocimiento de la misma, en ocasión de un viaje que hiciera a Buenos Aires en 1924: "No bastando a mi curiosidad una visita, frecuentaba el taller donde tantos sueños habían tomado forma y color, interrogaba al pintor mismo, y fui muy sorprendido al encontrar un filósofo".
  
 Esa misma sorpresa de descubrir a un filósofo al conversar con el pintor Figari, la tuvo un tiempo después, en París, Ortega y Gasset. Ha sido fijada por Carlos Herrera Mac Lean, en una nota en que recoge el testimonio de un gran amigo de Figari, el argentino Alfredo González Garaño. La casa de éste en París era frecuentada por el filósofo español. Habiendo conocido allí numerosos cuadros de Figari antes de conocer al autor, no gustó de ellos. Un día, en una fiesta literaria, se encontró con el hombre Figari. La impresión que le produjo motivó una inmediata visita a González Garaño para hacerle el cálido elogio de su amigo uruguayo, con una cordial salvedad: "Yo he venido -habría dicho Ortega- a hablarle del Figari filósofo, del Figari pensador americano y no del pintor".((Carlos Herrera Mac Lean, "Figari y Ortega y Gasset. Un episodio de hace un cuarto de siglo", en el semanario //Marcha//, Nº 798, Montevideo, 20 de enero de 1956.)) Esa misma sorpresa de descubrir a un filósofo al conversar con el pintor Figari, la tuvo un tiempo después, en París, Ortega y Gasset. Ha sido fijada por Carlos Herrera Mac Lean, en una nota en que recoge el testimonio de un gran amigo de Figari, el argentino Alfredo González Garaño. La casa de éste en París era frecuentada por el filósofo español. Habiendo conocido allí numerosos cuadros de Figari antes de conocer al autor, no gustó de ellos. Un día, en una fiesta literaria, se encontró con el hombre Figari. La impresión que le produjo motivó una inmediata visita a González Garaño para hacerle el cálido elogio de su amigo uruguayo, con una cordial salvedad: "Yo he venido -habría dicho Ortega- a hablarle del Figari filósofo, del Figari pensador americano y no del pintor".((Carlos Herrera Mac Lean, "Figari y Ortega y Gasset. Un episodio de hace un cuarto de siglo", en el semanario //Marcha//, Nº 798, Montevideo, 20 de enero de 1956.))
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 No existe dificultad en relacionar a Figari con la característica filosofía de la vida, de su época, desde que hace de la categoría de la vida un principio ontológico universal: //Todo es vida//. Pero la dificultad sobreviene cuando se trata de situarlo en el cuadro de esa filosofía, por sí misma intrincada. No existe dificultad en relacionar a Figari con la característica filosofía de la vida, de su época, desde que hace de la categoría de la vida un principio ontológico universal: //Todo es vida//. Pero la dificultad sobreviene cuando se trata de situarlo en el cuadro de esa filosofía, por sí misma intrincada.
  
-Borrada del universo por Descartes, al decir de Scheler, "de una sencilla plumada", aquella categoría de la vida había tenido su gran desquite en el contragolpe filosófico de la obra de Darwin. A la expansión de la biología en el terreno científico, acompañó en el campo de la filosofía una proliferación de biologismos y vitalismos de las más distintas entonaciones: metafísicas, antropológicas, axiológicas, éticas. De Nietzsche a Guyau; de James a Bergson; de Haeckel a Le Dantec; de Dilthey a Simmel; de Unamuno a Ortega. A principios del 900, la filosofía de la vida se ha vuelto tan caudalosa como heterogénea, arrastrando múltiples antagonismos, manifiestos o latentes.+Borrada del universo por Descartes, al decir de Scheler, "de una sencilla plumada", aquella categoría de la vida había tenido su gran desquite en el contragolpe filosófico de la obra de Darwin. A la expansión de la biología en el terreno científico, acompañó en el campo de la filosofía una proliferación de biologismos y vitalismos de las más distintas entonaciones: metafísicas, antropológicas, axiológicas, éticas. De Nietzsche a Guyau; de James a Bergson; de Haeckel a [[figari:anexos:le_dantec_felix_-_le_determinisme_biologique_et_la_personnalite_consciente._esquisse_d_une_theorie_chimique_des_epiphenomenes_1908_.pdf|Le Dantec]]; de Dilthey a Simmel; de Unamuno a Ortega. A principios del 900, la filosofía de la vida se ha vuelto tan caudalosa como heterogénea, arrastrando múltiples antagonismos, manifiestos o latentes.
  
 Nada, tal vez, resume mejor la divergencia mas radical producida entonces en su seno, que el, duelo doctrinario entre Le Dantec y Bergson. En la polémica sostenida en 1907 entre el sabio de la Sorbona y el metafísico del Colegio de Francia, debe verse el punto histórico de máxima fricción entre aquellos antagonismos. Por un lado, el estricto biologismo de la vida orgánica, llevado a extremos de determinismo físico-químico mecanicista, con la versión francesa del epifenomenismo; por otro, la vida como impulso espiritual en el vitalismo intuicionista de la evolución creadora y de la lIbertad. El biologismo de cuño científico, proclive al materialismo, en contraste con el vitalismo de cuño metafísico, proclive al espiritualismo. Nada, tal vez, resume mejor la divergencia mas radical producida entonces en su seno, que el, duelo doctrinario entre Le Dantec y Bergson. En la polémica sostenida en 1907 entre el sabio de la Sorbona y el metafísico del Colegio de Francia, debe verse el punto histórico de máxima fricción entre aquellos antagonismos. Por un lado, el estricto biologismo de la vida orgánica, llevado a extremos de determinismo físico-químico mecanicista, con la versión francesa del epifenomenismo; por otro, la vida como impulso espiritual en el vitalismo intuicionista de la evolución creadora y de la lIbertad. El biologismo de cuño científico, proclive al materialismo, en contraste con el vitalismo de cuño metafísico, proclive al espiritualismo.
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 Existe una fácil tentación de explicar a Figari por Le Dantec, que no es sino una forma más adulta de la de explicarlo por Spencer. Que fue en su hora un típico spenceriano, Existe una fácil tentación de explicar a Figari por Le Dantec, que no es sino una forma más adulta de la de explicarlo por Spencer. Que fue en su hora un típico spenceriano,
-no cabe duda. Difícilmente no lo era el egresado, como lo había sido él, de la Universidad de Montevideo en la década del 80. En 1903, con los también spencerianos +no cabe duda. Difícilmente no lo era el egresado, como lo había sido él, de la Universidad de Montevideo en la década del 80. En 1903, con los también spencerianos Carlos María de Pena, José H. Figueira, José Irureta Goyena y José Arechavaleta, fue orador en el acto de homenaje tributado por el Ateneo al filósofo inglés, a raíz de su muerte. Pero dejó muy atrás a Spencer cuando elaboró su propia filosofía. Fue igualmente el caso de Vaz Ferreira, como lo fue -cosa que suele olvidarse- de espíritus después tan alejados de Spencer como Bergson o Unamuno. Todos ellos fueron en su primera época decididos spencerianos. Figari, que también lo fue, se emancipó a
-Carlos María de Pena, José H. Figueira, José Irureta Goyena y José Arechavaleta, fue orador en el acto de homenaje tributado por el Ateneo al filósofo inglés, a raíz de su muerte. Pero dejó muy atrás a Spencer cuando elaboró su propia filosofía. Fue igualmente el caso de Vaz Ferreira, como lo fue -cosa que suele olvidarse- de espíritus +
-después tan alejados de Spencer como Bergson o Unamuno. Todos ellos fueron en su primera época decididos spencerianos. Figari, que también lo fue, se emancipó a+
 su turno, aunque sin abandonar el cauce naturalista que no abandonaron tampoco en su generación esos otros emancipados oue han sido Alexander o Santayana, Whitehead o Russell. su turno, aunque sin abandonar el cauce naturalista que no abandonaron tampoco en su generación esos otros emancipados oue han sido Alexander o Santayana, Whitehead o Russell.
  
-En cuanto a Le Dantec, que florecía a principios del sIglo cuando Spencer declinaba, Figari fue su lector atento, tanto como lo fue, por su parte, Vaz Ferreira. En 1907, en la misma carta a Unamuno en la que concluía: "los dos estamos de vuelta de Spencer", Vaz Ferreira calificaba de "hermoso" un reciente libro de Le Dantec; y poco después, en un pasaje de //Lógica viva//, a propósito de la polémica con Bergson, equiparaba intelectualmente a ambos franceses, diciendo: "No sería extraño que fueran los dos más potentes razonadores que escriben en esta época". No por eso sus simpatías dejaban de ir hacia Bergson. Se sentía más cerca de éste por su filosofía vitalista que de Le Dantec por su filosofía biológica. Se equivocaría, sin embargo, quien lo supusiera un bergsoniano de escuela, resistiendo, como resistía, enfeudarse a la cosmovisión metafísica del //élan vital//.+En cuanto a Le Dantec, que florecía a principios del sIglo cuando Spencer declinaba, Figari fue [[http://archivos.liccom.edu.uy/index.php?dir=Figuras/&file=Le%20Dantec%2C%20Felix%20-%20Contre%20la%20metaphysique.pdf|su lector atento]] [pdf 13,34 MB], tanto como lo fue, por su parte, Vaz Ferreira. En 1907, en la misma carta a Unamuno en la que concluía: "los dos estamos de vuelta de Spencer", Vaz Ferreira calificaba de "hermoso" un reciente libro de Le Dantec; y poco después, en un pasaje de //Lógica viva//, a propósito de la polémica con Bergson, equiparaba intelectualmente a ambos franceses, diciendo: "No sería extraño que fueran los dos más potentes razonadores que escriben en esta época". No por eso sus simpatías dejaban de ir hacia Bergson. Se sentía más cerca de éste por su filosofía vitalista que de Le Dantec por su filosofía biológica. Se equivocaría, sin embargo, quien lo supusiera un bergsoniano de escuela, resistiendo, como resistía, enfeudarse a la cosmovisión metafísica del //élan vital//.
  
 La misma observación a la inversa, cabe hacer respecto a Figari. Filósofo de la vida, está más cerca de Le Dantec, en cuanto ponía el acento en la vida orgánica, que de Bergson, en cuanto lo ponía en la vida psíquica. No fue por lo tanto arbitraria, aunque no haya sido feliz, la sustitución que en la segunda edición francesa de //Arte, estética, La misma observación a la inversa, cabe hacer respecto a Figari. Filósofo de la vida, está más cerca de Le Dantec, en cuanto ponía el acento en la vida orgánica, que de Bergson, en cuanto lo ponía en la vida psíquica. No fue por lo tanto arbitraria, aunque no haya sido feliz, la sustitución que en la segunda edición francesa de //Arte, estética,