I. Pedro Figari en hipertexto

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 +**FIGARI Y SUS PROLOGUISTAS 
 +DELACROIX Y ROUSTAN** 
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 +                                         
 +No es a Figari pintor con el también pintor Delacroix, 
 +Eugenio -dos grandes maestros del color- que se trata 
 +aquí de relacionar; sino a Figari filósofo, con el también 
 +filósofo Delacroix, Henri. En su calidad de estudioso de 
 +los problemas estéticos, prologó éste la primera edición 
 +francesa de //Arte, estética, ideal//, publicada en París en 
 +1920. Circunstancias históricas y doctrinarias de interés 
 +rodean ese vínculo. 
 + 
 +Cuando dicha publicación tuvo lugar, Figari no era 
 +todavía, ni para los franceses, ni para los rioplatenses el 
 +célebre pintor que llegaría a ser poco después. Delacroix, 
 +que tanto se interesó por las ideas y observaciones estéticas 
 +de los grandes artistas, lejos estuvo de imaginar que 
 +tal era el caso de la obra que tenía delante. Para él, Fi 
 +gari era sólo un “abogado de Montevideo y ex-Director de 
 +la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad”, que en aquel 
 +libro había resumido “sus largas reflexiones filosóficas”. 
 +Muy distinta iba a ser la situación del prologuista de la 
 +segunda edición francesa, en 1926, Desiré Roustan: la deslumbrante 
 +revelación pictórica de Figari, no sólo en el 
 +Plata, sino en el mismo París, se había producido ya; de 
 +ahí que su prólogo tuviera por tema, precisamente, la re 
 +lación entre el arte y las doctrinas de aquél. 
 + 
 +Delacroix se acercó al libro de Figari a raíz de habérsele 
 +pedido “algunas palabras de introducción”, seguramente 
 +por la “[[figari:anexos:ardao_-_una_forma_de_902-marzo-07-1958_.pdf|Agrupación de Universidades y Grandes 
 +Escuelas de Francia para las relaciones con la América Latina]]”, 
 +que fue la institución editora. Al hacerlo, elogió diversos 
 +aspectos, omitiendo señalar sus discrepancias, que 
 +en algunos puntos debieron, sin embargo, ser grandes, si 
 +se recuerda cuáles eran sus orientaciones personales. Es 
 +otra diferencia con Roustan, quien llegó al libro por el 
 +profundo interés que le despertaron tanto los cuadros 
 +como la conversación personal de Figari; de ahí la espontaneidad 
 +admirativa de su prólogo, escrito desde una posición 
 +filosófica afín al pensamiento figariano. 
 + 
 +Henri Delacroix, nacido en 1873 y muerto en 1937, era 
 +ya en 1920, cuando prologó a nuestro Figari, una figura 
 +de relieve en los medios filosóficos franceses. Desde principios 
 +del siglo había publicado estudios de doctrina, historia 
 +y psicología del misticismo, como //Misticismo especulativo 
 +en Alemania en el siglo XIV// y //Los grandes místicos 
 +cristianos//, y hacía poco había visto la luz su trabajo sobre 
 +//La psicología de Stendhal//. Fue después de aquella 
 +fecha, sin embargo, que aparecieron sus obras principales, 
 +como //La religión y la fe// (1922), //El lenguaje y el pensamiento// 
 +(1924), //Psicología del arte// (1927), //Las grandes 
 +formas de la vida mental// (1934). Inmediatamente posterior 
 +a aquella fecha es también su participación con diversos 
 +estudios en el //Tratado de psicología// dirigido por 
 +Georges Dumas (1923); poco antes de morir alcanzó a 
 +preparar sus colaboraciones para la misma obra en su forma 
 +de //Nuevo Tratado//. 
 + 
 +Atendida su actitud filosófica respecto al sentimiento 
 +religioso, y en particular al misticismo cristiano, no pudo 
 +compartir el clima naturalista de la obra de Figari, que 
 +se coronaba con una crítica del cristianismo, colocada a 
 +modo de apéndice en la traducción francesa. Pero tampoco 
 +pudo compartir sus tesis centrales sobre el arte y la 
 +belleza, aunque destacara algunas de las que llamó “numerosas 
 +e interesantes sugestiones de esta teoría estética”. 
 +Así, la “concepción biológica del arte” y los “excelentes 
 +análisis de la emoción estética”, en cada uno de cuyos 
 +aspectos señaló las directivas generales. 
 + 
 +En las dos versiones de la obra de Dumas, escribió 
 +Delacroix el capítulo dedicado al sentimiento estético, 
 +como primera autoridad que era, sobre el punto, en la 
 +psicología francesa de la época. Sus estudios y reflexiones 
 +en la materia aparecen por otro lado, ampliados y sistematizados 
 +en su difundida //Psicología del arte//. Le da remate 
 +a ésta un conjunto de conclusiones donde aborda de manera 
 +directa, para hacer su definición personal, algunos 
 +problemas estéticos capitales. Puede verse allí, mejor que 
 +en otra parte, sus divergencias con Figari. 
 + 
 +Las dos primeras cuestiones que ataca son las de las 
 +relaciones entre el arte y la utilidad y entre el arte y la 
 +ciencia. Cuestiones centrales en la estética de Figari, en 
 +ambas había sostenido éste una tesis monista radical. Por 
 +más que haga concesiones, Delacroix se atiene a los dualismos 
 +clásicos. Es una consecuencia de su disposición 
 +inicial a circunscribir el concepto de arte al tradicionalmente 
 +llamado arte bello. 
 + 
 +“El arte vuelve la espalda a la vida práctica, a las 
 +preocupaciones utilitarias”, dice, conforme al punto de 
 +vista corriente. Aun respecto a las bellas artes, no era ésa 
 +la idea de Figari, porque ensanchaba la noción de utilidad, 
 +al ensanchar desde su posición biologista, la propia noción 
 +de necesidad orgánica o vital. 
 + 
 +“No podría imaginarse ni un minuto -añadía Delacroix- 
 +que el arte se reduzca a la utilidad, porque ella 
 +le haya auxiliado en su desarrollo. No es expresión de la 
 +necesidad de vivir”. Parece responder directamente a Figari, 
 +de quien había dicho al prologarlo: “El autor desarrolla 
 +del principio al fin una concepción biológica del 
 +arte, que saldría de las exigencias vitales y que sería un 
 +medio de la inteligencia, destinado -como todas las artes- 
 +a satisfacer las necesidades y las aspiraciones del 
 +organismo.” Sin embargo, había dicho a continuación: 
 +“Esta tesis es presentada con amplitud, y para prevenir 
 +la objeción que no dejarían de hacer de inmediato numerosos 
 +estéticos de hoy, el autor muestra con vigor que el 
 +juego no es un artículo de lujo, sino un arte aplicado a 
 +servir las necesidades secundarias, sucesivas y progresivas 
 +del organismo, las subnecesidades como él dice”. 
 + 
 +//Esas necesidades secundarias, sucesivas y progresivas 
 +del organismo//, en el sentido figariano, recordadas por el 
 +propio Delacroix, dejan muy atrás, por cierto, la estricta 
 +“necesidad de vivir” a que él alude al exponer su punto 
 +de vista personal. Por eso la utilidad, incluso en su significación 
 +biológica, tenía para Figari un alcance mucho 
 +mayor, y por eso, también, no resultaba extraña, ni mucho 
 +menos hostil, al concepto mismo de arte. Lejos de 
 +“volver la espalda” a la vida práctica, como sostiene Delacroix, 
 +el arte es a su juicio una dimensión calificada de 
 +la propia //praxis//. 
 + 
 +Se diría que también pensaba en Figari cuando en las 
 +mencionadas conclusiones de su //Psicología del arte//, publicada 
 +al año siguiente de la segunda edición francesa de 
 +la obra de aquél, Delacroix abordaba en seguida las relaciones 
 +entre arte y ciencia. Con plena conciencia de quebrar 
 +con ello toda la tradición al respecto, el filósofo uruguayo 
 +había sostenido su identificación. “Lo único que 
 +parece ya consagrado -decía- es que todo lo que se refiere 
 +a la ciencia está fuera del campo artístico, y si lográramos 
 +demostrar que no es así, quedaría comprobado lo 
 +que hemos dicho antes, o sea que el arte es un medio 
 +universal de acción y que se ofrece como un mismo recurso 
 +esencial, en todas las formas deliberadas de la misma”. 
 +Delacroix, por su parte, se aplica a hacer el rechazo 
 +expreso de tal identifcación. 
 + 
 +Es notable, no obstante, su preocupación por dejar 
 +constancia de todo lo que aproxima a ambos términos. 
 +“El saber en todas sus formas, es creación [ ... ] la ciencia 
 +es artificio, fabricación y creación". De ahí su "parentesco 
 +con el arte”. Y a la inversa: “La inteligencia trabaja, 
 +talla y mide en el arte como en la ciencia. Por eso 
 +la obra de arte tiene mucha analogía con la obra científica”. 
 +Si esas ideas van en la línea de Figari, todavía más 
 +las que siguen: “Por ello la ciencia nos proporciona la 
 +impresión de la belleza. Y hasta un cierto aspecto de belleza 
 +natural, que no aparece más que por la ciencia, pues 
 +ella descubre un orden del mundo que la sensibilidad no 
 +alcanza”. Pero todo esto no es para Delacroix más que la 
 +formulación de simples "reservas" o salvedades a la radical. 
 +diferencia de naturaleza entre ciencia y arte, que Figari, 
 +en cambio, abolía. 
 + 
 +Parentesco, analogía, sí, a su juicio: mas no comunidad 
 +de esencia: el arte pone en valor el orden de la cualidad 
 +sensible y afectiva, del que la ciencia aspira a desembarazarse 
 +por el simbolismo intelectual de su sistema de 
 +relaciones precisas. Hecha así por Delacroix la distinción 
 +entre ciencia y arte, resultaba más descriptiva que explicativa, 
 +se movía más en el plano de la apariencia que en 
 +el, del fundamento, de acuerdo con el convencionalismo 
 +tradicional. La impugnación, por implícita, por tácita que 
 +fuera, de la tesis de Figari, exigía otro enfoque. Describir 
 +una vez más aquel obvio dualismo ofrecido por la experiencia 
 +inmediata, no era recimentarlo del punto de vista 
 +ontológico. 
 + 
 +Sólo dos años antes, en 1925 -trece después de la primera 
 +publicación de la obra de Figari- había dicho Dewey 
 +que por mucho tiempo “será en gran medida profética la 
 +tesis de que la ciencia es arte”, de la que, sin noticia del 
 +pensador montevideano, creía ser entonces el primer sostenedor. 
 +Se tratara o no de profecía, era, sin duda, una 
 +verdadera heterodoxia estética engendrada por el pensamiento 
 +naturalista. No podía aceptarla Delacroix, de 
 +filiación clásica idealista en este campo, en la línea que 
 +arrancaba de la kantiana //Crítica del juicio//. 
 +                                         
 +                                      II 
 + 
 +Nacido en 1873, Desiré Roustan falleció en 1941, el 
 +mismo año que Henri Bergson, su lejano maestro del 
 +Liceo Enrique IV, cuyas grandes, inspiraciones doctrinarias 
 +siguiera después. Como al de éste, entristeció su final 
 +la caída de Francia. Apenas llevada a cabo la liberación, 
 +sus principales escritos fueron reunidos. en un volúmen 
 +titulado //La razón y la vida//. Dando testimonio definitivo 
 +de sus calidades de humanista y filósofo, vió la luz en 
 +1946, con estudio preliminar de A!mando Cuvillier, en una 
 +colección de filosofía contemporánea dirigida por Emilio 
 +Bréhier. 
 + 
 +En vida Roustan sólo había dado a la estampa dos 
 +Libros, ambos de intención pedagógica: un curso de //Psicología// 
 +excelente en su carácter y para su época (la primera 
 +edición es de 1911 aunque fue a fines de la década del 20 
 +que se le empezó a usar en nuestra enseñanza, y todavía 
 +posterior su traducción al español); y un ensayo sobre 
 +//La cultura en el curso de la vida//, del que se ha dicho con 
 +razón que es “una verdadera pequeña obra maestra de 
 +espíritu, de fineza y de buen gusto”. Lo más significativo 
 +del punto de vista filosófico lo había dispersado en revistas, 
 +conferencias e introducciones a textos clásicos, de 
 +cuyo conjunto constituyó una selección el volumen póstumo 
 +de 1946. El título aspiraba a expresar la constante 
 +preocupación del autor por las relaciones entre la razón 
 +y la vida, desde un brgsonismo de acento personal, afanado 
 +por disipar la nota antiintelectualista, por preservar 
 +a la razón sin dejar de aproximarla a las realidades 
 +vitales. 
 + 
 +Más que de psicología, a la que hay una tendencia 
 +escolar a referir el nombre de Roustan por la asociación 
 +que ha impuesto su difundido curso (primera parte, tan 
 +sólo de un tratado completo de filosofía que no alcanzó 
 +a publicar), se trata allí de gnoseología,  lógica, meta- 
 +física, moral y filosofía de la religión, dominios a los que 
 +se orientó en su madurez su conciencia filosófica: “La 
 +evolución del racionalismo”, “La ciencia como instrumento 
 +vital”, “Deducción e inducción”, “¿Ha hecho Bergson el 
 +proceso de la inteligencia?”, “La moral de Rauh”, “El drama 
 +de la metafísica cristiana”, “El //Tratado del amor de 
 +Dios// de Malebranche y la querella del Quietismo”. 
 + 
 +En su citado estudio preliminar, recordando las producciones 
 +de Roustan, menciona también Cuvillier “una 
 +introducción al //Ensayo de filosofía biológica// del pintor 
 +argentino[sic] Pedro Figari, a quien había conocido cuando 
 +su gira de conferencias en América del Sur, y de 
 +quien analiza las concepciones biológicas, tan próximas 
 +de las suyas propias, la teoría de la emoción estética y las 
 +tendencias panteísticas”. Se refería al trabajo que sirvió 
 +de prólogo a la segunda edición francesa de //Arte, estética, 
 +ideal//, título éste de la edición española de la obra de Figari 
 +y conservado en la primera francesa, que pasó entonces 
 +a ser subtítulo, reemplazado por aquél. 
 + 
 +Lo escribió como espontáneo resultado de una triple 
 +sucesiva admiración: por el arte, por la persona y por la 
 +filosofía de Figari. En 1924, en ocasión de una prolongada 
 +estada en la Argentina en misión universitaria, visitó en 
 +la galería Witcomb una exposición de Figari, de las primeras 
 +que realizaba éste en Buenos Aires. La revelación 
 +de aquella obra lo condujo a frecuentar el taller del pintor, 
 +en quien encuentra con sorpresa -como le acontecería 
 +más tarde a Ortega y Gasset al conocer a Figari en 
 +París- un filósofo. Esto lo lleva a la vez a la lectura de 
 +su libro, publicado poco antes en francés en traducción 
 +de Charles Lesca y con prólogo de Henri Delacroix. Fue 
 +para él una nueva revelación, acogida con tanto más entusiasmo 
 +cuanto que le permitió confirmar una coincidencia 
 +profunda con su propio pensamiento. A fines del 
 +mismo año 1924, pronunció ya en Buenos Aires una conferencia 
 +sobre la pintura y la filosofía de Figari ((Tuvo lugar el 22 de setiembre de 1924, bajo el título de “Fígari, El pintor y el filósofo”, en la Asociación Amigos del Arte, adornada la sala con 
 +numerosos cuadros de Figari (Véase //La Nación// de Buenos Aires, 23 de se 
 +tiembre de 1924, pág. 17). De visita en Montevideo diez días después. 
 +Roustan dicta en nuestra Universidad otra conferencia sobre “Las principales 
 +doctrinas morales en Francia en la hora actual”, siendo presentado por el 
 +doctor Antonio M. Grompone. El mismo día, 2 de octubre, //Diario del Plata// 
 +(pág. 9), publicó un resumen de la conferencia bonaerense sobre Figari, 
 +cuyo encabezamiento puede hacer caer erróneamente que fue dictada en 
 +Montevideo.)) 
 +. Al año 
 +siguiente es éste quien viaja a París y expone en la misma galería  
 +Druet donde dos años antes había tenido lugar, 
 +sin su presencia, una primera muestra europea de sus cuadros. 
 +Es entonces cuando Roustan dedica su ensayo al 
 +“talento tan profundamente original, casi desconcertante, 
 +de Pedro Figari”, reproduciendo el plan y los conceptos 
 +de su conferencia anterior ((Está fechado en diciembre de 1925. Con supresión de algunos fragmentos, 
 +se publicó en español en el suplemento literario de //La Nación// de Buenos 
 +Aires el 7 de marzo de 1926, el mismo año en que apareció la citada edición francesa de la obra de Figari, a que sirvió de prólogo. Puede verse el texto completo en español en el opúsculo: Desiré Roustan - Francis de Miomandre, Figari filósofo, pintor, poeta (traducción de Arturo Ardao), Montevideo, 1962 (apartado de la //Revista Nacional//, NQ 208, abril-junio de 1961).)). 
 + 
 +Sin ignorar, como se vio que ocurría en Cuvillier, su 
 +nacionalidad uruguaya, recoge una declaración regionalista 
 +del propio Figari. “El Río de la Plata -dice- que 
 +no se atraviesa en menos de ocho horas, en buenos barcos, 
 +entre Montevideo y Buenos Aires, le parece demasiado 
 +estrecho para constituir una frontera natural. Se declara 
 +rioplatense”. Quiere ver ya en ello, el maestro francés, 
 +un signo de la invencible resistencia a la fragmentación 
 +que domina a todo el espíritu del pintor filósofo. Empieza 
 +asombrándose de la diversidad de cuestiones sobre las 
 +cuales ha condensado sus ideas: “el arte, la estética, la 
 +ciencia y cien otros problemas considerables [ ... ] capítulos 
 +sobre la evolución, la vida, el instinto, la conciencia, la 
 +religión, la sustancia, la libertad, una teoría de la ciencia, 
 +una crítica del cristianismo, ideas sobre el tiempo, sobre 
 +el progreso, sobre la inmortalidad, sobre la relación del 
 +hombre con la naturaleza”. Reconoce de inmediato la gravitación 
 +poderosa de un centro que hace del todo un pensamiento 
 +sistemático. La unidad de la doctrina es inseparable 
 +en este caso de la unidad que ella misma atribuye 
 +a lo real: porque "nadie más convencido que Figari de la 
 +profunda continuidad de todas las cosas en este mundo". 
 +De tal unidad universal, de tal monismo, extrae Roustan 
 +algunos elementos que analiza por separado. 
 + 
 +El primero de todos es asunto que especialmente le 
 +interesa: la concepción biológica de la ciencia y del conocimiento. 
 +A aquella altura, dicha concepción había sido  
 +desarrollada con amplitud, en distintas direcciones, desde 
 +el evolucionismo del siglo XIX a sus formas renovadas 
 +del primer cuarto del actual. Roustan había sido no sólo 
 +testigo sino actor del proceso. Encuentra, no obstante, 
 +aportes originales en la obra del pensador montevideano. 
 +En el aspecto crítico, le seduce la manera cómo se encara 
 +con las doctrinas tradicionales que separan al hombre de 
 +la naturaleza. “Figari hace de ellas una hecatombe y su 
 +ironía lo emparenta con aquellos filósofos del siglo XVIII, 
 +cuya acción liberadora se está hoy tal vez demasiado pro 
 +penso a desconocer”. Con todo, el siglo XVIII no había 
 +llegado a comprender hasta qué punto, tanto como el 
 +cuerpo, está en la naturaleza el espíritu humano. De donde, 
 +a partir de la concepción biológica de la conciencia 
 +y del conocimiento, un nuevo enfoque de las funciones de 
 +la inteligencia y de la ciencia. Por ahí va la opinión de 
 +Figari. 
 + 
 +“No tengo miras de contradecirla -añade Roustan- habiendo 
 +hace unos diez años, desarrollado ideas bastante 
 +análogas en un estudio publicado por la //Revue de Meta 
 +physique et de Morale//”. Aludía a un ensayo justamente 
 +calificado de notable, incluido en aquella revista en setiembre 
 +de 1914 con el título de “La ciencia como instrumento 
 +vital”, y luego recogido en su citado volumen //La 
 +razón y la vida//. En la tradición académica cuenta entre 
 +las mejores contribuciones francesas a la teoría biológica 
 +del conocimiento. Refiriéndose a Figari, continuaba: “Yo 
 +desearía aun agregar algunos argumentos a los suyos”. 
 +Es lo que hace en seguida, resumiendo algunos pasajes 
 +de aquel ensayo, en especial su tesis de que el papel de 
 +adaptación que cumple la conciencia, no es pasivo sino 
 +activo: “la verdadera adaptación, la del ser vivo, no es 
 +nunca sacrificio, sino reacción conquistadora”, lo que había 
 +llamado, con una expresión celebrada, “adaptación 
 +ofensiva”. Concluía: “En lugar de poner sus tendencias 
 +en armonía con las cosas, el hombre concibe la posibilidad 
 +de modificar el universo para ponerlo en armonía con sus 
 +tendencias, y la ciencia nace de ese esfuerzo”. 
 + 
 +Vuelve en seguida a su prologado: “Estoy seguro de 
 +que Figari suscribiría todas estas observaciones, pero nos 
 +interrumpiría aquí, para declarar que el mismo esfuerzo 
 +está en el origen del arte”. Y después de indicar las ideas 
 +de éste, dice: “Me parece que la contribución personal de 
 +Figari a la teoría biológica del conocimiento, es un esfuerzo 
 +por ampliarla hasta el punto de transformarla en 
 +una teoría biológica del arte tanto como de la ciencia”. 
 +Al emitir ese juicio, no podía imaginar que en el mismo 
 +año 1925 cumplía por su lado la misma ampliación, en 
 +su obra La experiencia y la naturaleza, John Dewey, uno 
 +de los más encumbrados representantes de la teoría biológica 
 +del conocimiento, de quien se había ocupado en su 
 +ensayo de 1914. 
 + 
 +El punto que ataca en seguida Roustan es en cierto 
 +modo una aplicación del anterior: la teoría figariana de 
 +la emoción estética, con la atribución a ésta de un papel 
 +vital, de un significado biológico. La acoge con verdadera 
 +simpatía, subrayando su originalidad, y se siente también 
 +aquí dispuesto a complementarla con argumentaciones 
 +personales, compartiendo la crítica que Figari, no obstante 
 +su biologismo psicológico, hacía de la teoría fisiológica 
 +de las emociones de James y Lange. 
 + 
 +Se ocupa Roustan, en fin, de lo que llama el panteísmo 
 +temperamental de Figari, su espinozismo implícito, aunque 
 +no haya elaborado precisamente un sistema panteísta. Se 
 +le descubre, a su juicio, como una tendencia, como una 
 +preferencia instintiva y una forma de sensibilidad, llamadas 
 +a manifestarse también en la obra del artista. Después 
 +de apuntar diversas notas espinozistas, subraya una última: 
 +“Una analogía más notable todavía, puede ser señalada: 
 +como Spinoza, Figari ha unido a la afirmación del 
 +más riguroso determinismo una teoría de la libertad y la 
 +inspiración de esta teoría es la misma en ambas doctrinas, 
 +fuera, verosímilmente, de toda influencia directa. En este 
 +mundo donde no se produce nada que no deba producirse, 
 +conservo el derecho de llamarme libre, porque no soy 
 +únicamente determinado, soy una parcela de lo que determina, 
 +soy causa, al mismo título que el resto del universo, 
 +cuento para algo. El error del epifenomenismo, observa 
 +Figari con profundidad, es que distingue en el universo 
 +una realidad material que cuenta y una realidad espiritual 
 +que no cuenta. Nada nos autoriza a situar todo poder 
 +activo en una porción solamente de lo real”, 
 + 
 +Quizá Roustan, como hemos, dicho en otro lugar, no 
 +considera bastante en la metafísica de Figari otros aspectos 
 +que, en lugar de aproximarlo, lo separan de Spinoza. 
 +Pero expresamente ha querido limitarse al análisis 
 +de sólo algunas ideas, en una doctrina filosófica que las 
 +ofrece con  tanta prodigalidad. Por nuestra parte, hemos 
 +querido limitarnos también a recordar esa olvidada relación 
 +intelectual. Crece en nuestros días el interés europeo 
 +por la filosofía en América. Se ha sentido ya la necesidad 
 +de determinar lo que en un estudio reciente el panameño 
 +Ricaurte Soler ha llamado “la presencia del pensamiento 
 +de la América Latina en la conciencia europea”. En la 
 +historia de esa presencia, la acogida que el noble espíritu 
 +de Roustan hizo a Figari, el rango filosófico que le reconoció, 
 +en términos tal vez no repetidos respecto a un pen- 
 +sador latinoamericano, por un pensador europeo no español, 
 +constituyen por si solos, todo un importante capítulo. 
 +                                                                   
 +                                                                                1964 
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