I. Pedro Figari en hipertexto

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 **ARTES EMOCIONALES** **ARTES EMOCIONALES**
  
-//Al querido poeta y humorista +//Al querido poeta y humorista Julio Supervielle.//
-Julio Supervielle.//+
  
 (Para MARTÍN FIERRO) (Para MARTÍN FIERRO)
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 +En este momento en que todo parece tender a la despoetización, a la mecanización, a la materialización de la vida, donde pretende primar el cálculo frío e insensible hasta para los actos eminentemente orgánicos y trascendentes, como para los negocios vulgares, difícil es mantener con vigor e interés a las artes emocionales que solo se alimentan de ensueño y de idealismos. No es de sorprender el desconcierto actual, la
 +anarquía consiguiente.
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 +De otra parte, se piensa a menudo hasta por los propios cultores de las artes emocionales, que ellos pueden poetizar //ad libitum// sin una previa vida interior, de meditaciones, de recogimiento, de observación, atenta y cariñosa hacia los dolores, alegrías y congojas humanas, tratando de lo que llevan de más hondo, y, al pensar así, incurren en el mismo candor de las mamás que llaman a la sala a sus chicas para que las deleiten por medio de un recitado ingenuo, o sentadas al piano, nostálgicas de los mecanismos deliciosos de sus muñecas. Una de dos: o es que se cree que basta una simulación para emocionarse y emocionar, o se confunde la emoción con el signo representativo, esto es, con el lenguaje destinado a exteriorizar nuestros estados mentales, y, en uno y en otro caso, se omite lo esencial, que es el ritmo latente de la individualidad, las reacciones que en ella se producen, que es lo que más interesa y lo único capaz de conmover. Es lo íntimo del antro humano, lo que hay que descubrir, en cuanto sea posible, por ser ese el campo de la emoción, y por ser a la vez el misterio más apasionante de cuantos preocupan a Ia humanidad.
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 +De tal modo obsede al hombre dicho misterio que, para aplacar las ansias que siente frente a él, más desnudas hoy que el sentimiento religioso ha declinado, muchos son los que viven sin poder mantener la verticalidad de su espíritu, o sea la normalidad, -que es lo único que permite disfrutar amplia y saludablemente de los bienes naturales,- y acuden a diversos arbitrios deliberadamente, para olvidar el inquietante "problema humano". Se opta así por una vida marginal, diríase, la que se desarrolla paralelamente al hecho de la vida misma. De esta suerte es que se desnaturaliza el mundo real para los obsesos, y queda ese campo abandonado por ellos y para ellos.
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 +Si se quiere intensificar la vida, preciso es afrontarla, como medida previa, desde que las ficciones que puedan operarse en la vida artificializada carecen de los elementos genuinamente orgánicos, medularmente humanos.
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 +Tanto para experimentar a fondo la emoción estética, cuanto para comunicarla, es menester ante todo vivir, vivir plenamente.
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 +Como quiera que sea, si pretendemos ponernos en comunicación con uno u otro de los citados sectores mentales: el natural, diremos, y el artificial, forzoso es que acordemos nuestro espíritu con el uno o con el otro de estos ritmos vitales, y, según sea este acuerdo, podrá vibrar nuestro espíritu encontrando ecos y resonancias, mas no podemos conectarlo con ambos a la vez. Ocurre con esto como con los instrumentos musicales, que suenan según sea su afinación.
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 +Por mucho que nos creamos emancipados de las ideas y sentimientos ancestrales, no dejan de tener por eso menos arraigo tradicional en nuestro ser y nuestras cerebraciones, y es sobre este cañamazo eminentemente tradicional que se opera tanto la evolución individual como la social. Es iluso el pensar que hemos cambiado tanto, y tan fundamentalmente. Lo que se advierte es que unos entroncan su acción y su ideología con la realidad real, que es tradicionalidad en evolución, y los otros se ofrecen como rebeldes, y lo son en todo aquello que pretende rehuir una realidad que nos integra y que nos integra constitutivamente. Por más que nos irgamos, resultará
 +siempre inconducente, inconsulto e ineficaz el omitir //un hecho//, un hecho de tan corpórea naturaleza.
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 +Cierto es que vamos constantemente renovando nuestros usos y costumbres individuales y sociales, pero no menos cierto es que no se ha reestructurado nuestro ser, el que sigue siendo humano, por debajo tan humano como lo fué en la época de las cavernas.
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 +Al hablarse de un sensorio moderno, este concepto tiende a extraviar por cuanto no pocos admiten la novedad del sensorio humano de estos días abigarrados, como si se tratase de algo por completo exento de las subestructuras seculares contenidas en nuestro ser, las mismas que influyen y actúan, forzosamente, en toda manifestación humana por más actual que ella sea. No se trata, pues, de una forma radicalmente nueva, flamante, que pueda exonerarse de los antecedentes; es, al contrario, “una misma forma biológica", arraigada en la infinitud de los siglos precedentes, y que no ofrece más novedad que la de haber llegado hasta aquí, más o menos rectificada por la evolución. Quedan, pues, nuestro sensorio y nuestro intelecto, lo propio que nuestra arquitectura corporal, inmunes de inhumanidad, felizmente, como un producto sucesorio de un encadenamiento de ascendencias imposibles de determinar a fuerza de ser multiseculares y complejas. ¿Cómo podríamos eximirnos de tal herencia, la misma que forma nuestro acervo intrínseco esencial? ¿No seria esto, a ser posible, lo mismo que nuestra aniquilación?
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 +Bien vale la pena sentar esta conclusión: nuestra individualidad plena, con todos sus resortes, está siempre por completo ahí implícita en todo acto y en toda circunstancia, ya sea que queramos, que pensemos, que sintamos. Infranqueable dicha unidad orgánica, para nosotros, desde que es constitutiva y nos plasma integralmente, tal "maquinaria" articulada paciente y laboriosamente en los siglos, sometida a infinitas pruebas, no puede prescindir de su entidad complexiva, sean las que fueren nuestras disquisiciones, nuestros desplantes, nuestros fantaseos, siempre compasibles así que se les considere desde la proeza máxima de lo real. Es ése el instrumento que vibra por la emoción.
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 +Emerge de lo que antecede, que las artes emocionales han de acudir necesariamente para su inspiración a la fuente que mantiene en sus reservas íntimas el antro humano, lo cual requiere una vida interior reflexiva, de meditaciones y excogitaciones que nos permitan ver o vislumbrar, lo más en lo hondo que nos sea dado, los tejidos y articulaciones ahí latentes: ese es el nido mismo de la emoción.
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 +                                   Pedro FIGARI
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