I. Pedro Figari en hipertexto

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arodriguez
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 Y es ese espacio que la flor entrega al gobierno de las leyes simétricas; la composición, que es en Figari, un aspecto natural y milagroso de su propio y natural milagro. Todo surge recreado en un ordenamiento simple y lógico. Ningún esfuerzo visible. Ningún torturado ángulo de enfoque. Nada denuncia el erudito ensayo de líneas, planos y perspectivas. Es la visión, cándida, límpida y directa con que el hombre se asomó, hace mucho tiempo, al espectáculo del mundo sin que los años que después vinieran le hayan facultado para descubrir visión de más real trascendencia para su pupila. Y es ese espacio que la flor entrega al gobierno de las leyes simétricas; la composición, que es en Figari, un aspecto natural y milagroso de su propio y natural milagro. Todo surge recreado en un ordenamiento simple y lógico. Ningún esfuerzo visible. Ningún torturado ángulo de enfoque. Nada denuncia el erudito ensayo de líneas, planos y perspectivas. Es la visión, cándida, límpida y directa con que el hombre se asomó, hace mucho tiempo, al espectáculo del mundo sin que los años que después vinieran le hayan facultado para descubrir visión de más real trascendencia para su pupila.
  
 +Con un alma apta y feliz para el pasado, Figari debió seguir el ritmo de una época que hacía evolucionar rápidamente el medio social en que se movía. El nuevo siglo trajo consigo una etapa de la civilización desconocida hasta entonces.
  
 +Un nuevo aspecto del vivir, afiebrado por la incidencia aguda de las conquistas científicas, de los problemas colectivos, de las crisis sociales, de los factores económicos. La Tierra sigue su marcha acompasada en el ritmo que el Universo ha marcado a su órbita; pero el pensamiento se desplaza, corre, se adelanta, va más allá de cuanto es conocido, y se hace chispa, y vibración, y vuelo, cumbre o abismo.
  
 +Todo entra a girar en un torbellino de colores, de formas de formadas, donde la impresión y la intuición sustituyen a la observación reposada y meditativa.
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 +Ahí está el movimiento, el brillo, el fuego, la fiebre del torturado vivir, tentando a la paleta de colores que nunca quiso salir del reservado retiro del artista; y ahí está también, en el fondo de su alma, encendido a través de los años como una lámpara votiva, el tesoro de recuerdos de imágenes que eran también fuego, fiebre, pasión y ritmo que se encendían en los viejos patios coloniales, salpicados de sombras y perfumados de magnolias y de jazmines.
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 +Y así el presente y el pasado hallaron en el alma del artista, la ocasión donde fundirse, abrazados en el estremecimiento ancestral de un «Candombe» o en la luz fantasmal de esos cielos con lunas apresuradas, que parecen girar junto con el torbellino de la danza.
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 +Le hubiera sido fácil a Figari llevar a la evocación en sus telas, los aristocráticos y encumbrados ambientes en que hábía alternado. Pudo reproducir el París que lo acogía en su último viaje. Pudo buscar temas que agradaran a los «//nouveaux riches//» y que se abren fácilmente paso en los mercados. Pero no, prefirió desenterrar del olvidado cuadro de los deheredados, de los humildes, de los desconocidos, una época entera de la vida y costumbres del Río de la Plata, para dejárnosla como un documento de inestimable valor para la crónica histórica de aquélla.
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 +El abrió de par en par las puertas de los salones negros, de la sórdida vivienda de los esclavos y los hijos de esclavos, y al conjuro maravilloso de sus pinceles, encendió en ellos el movimiento, la luz y el color, y los trajo a la objetividad del presente para mostrarnos cómo hubo un reinado de la alegría honesta y sana en los más miserables y oscuros rincones de la ciudad. Rojo, amarillo, verde, naranja, azul, todos los colores menos uno danzando al compás de los tamboriles; todos menos uno, el blanco, al que no necesitaba, porque estaba allí impregnado en la sencillez y en la inocencia del alma negra, abierta en la lealtad de sus procederes y en la pureza de sus francas intenciones. 
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 +Y tan grande, y tan íntima y tan bella es esa aleación del presente y del pasado, que el futuro la recogerá quizás, para mostrar cómo el Arte puede concretar en la inspiración de un hombre de
 +genio, las emociones de un siglo del humano vivir.
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 +Si el destino supremo del arte, es como se ha dicho, colocar porciones de la vida al margen de la muerte, Don Pedro Figari, con sus pinceles urgidos por la certidumbre del próximo extinguirse, cumplió con ese designio superior. Con esfuerzo admirable levantó del olvido, que en la existencia del hombre es un comienzo del morir, el cuadro completo de una vida que huía y que él supo revivir como un sueño que se recuerda en la vigilia...
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 +Aquí está, íntegra, la retina de sus días jóvenes velada por la nostalgia de su madurez. Aquí está la imagen rotunda de la infancia, limada en sus ásperos contornos por la distancia que la separa del corazón que la evoca; pero conservando, como los tintes clásicos cuyo secreto se ha perdido, el júbilo festivo e intacto de sus colores.
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 +Esa es la obra imperecedera que hoy exponemos cumpliendo con los fines del Estado de fomento del Arte. No podrán disminuir los años, lo que no fué aminorado por la incomprensión o la indiferencia de los contemporáneos, por la duda de unos y por la ignorancia de otros. Por el contrario, el tiempo oficiará de cristal a través del cual se depurarán los conceptos, se apreciarán mejor los valores y se exaltará también mejor la fuerza de inspiración creadora de aquel maravilloso anciano que durante sesenta años guardó en el cofre secreto de su vocación, el preciado don que habría de llevarle a la inmortalidad.
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 +Y he ahí, volviendo al principio, cómo este acto tiene la significación de un doble y recíproco homenaje.
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 +Es, por un lado, el homenaje que el pueblo del Uruguay debía a la memoria inolvidable de aquel Pedro Figari, gran señor del arte, que deslumbró al mundo con su inspiración creadora de una escuela y de una modalidad pictórica hasta entonces desconocida e insospechada, y que el Gobierno, en nombre de ese pueblo a quien auténticamente representa, le tributa hoy, oficializando por primera vez, después de su muerte, una vasta exposición demostrativa de su genio artístico.
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 +Y por otro lado, es el homenaje que él, desde la hondura infinita del espacio, que sólo los espíritus superiores pueden volver a cruzar en un retorno de mágicas presencias, viene a tributarle a las generaciones de su patria; ---al entregarles, en un maravilloso haz de colores, por cuya escala se desenredan los recuerdos; la emoción estética, que se hace sonrisa en el gracioso danzón del patio negro, que es tragedia y color en el asesinato de Quiroga, que es meditación triste y profunda en la escena humilde del velorio pueblerino, que es pasión en el ritmo violento del candombe, que es tibia y perfumada serenidad en el pericón bailado bajo el dosel de oro de los naranjos en fruto, que es piedad en la sombra protectora del ombú gaucho, bajo el cual, epiloga la vida de un caballo acechado por repugnantes cuervos que se preparan al tétrico festín; que es placidez, en el deslizarse de esa carreta, conductora de trabajo y afán, en el final de la noche, mientras la luna recuesta sus últimos rayos en las blancas paredes del caserón; y que es fantasía, en fin, en el espectral concierto de los tamboriles lánguidos y de las lunas hiperbólicas...
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 +Señoras y Señores:
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 +Al agradecer en nombre del Uruguay, el aporte que a su cultura ofrece una vez más Figari desde la inmortalidad!, declaro inaugurada, en nombre del Presidente de la República, esta exposición de la obra, de quien tanto hizo por nuestra Patria, dentro y fuera de sus fronteras.
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 +                                              ADOLFO FOLLE JUANICÓ
  
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