I. Pedro Figari en hipertexto

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arodriguez [SOBRE PEDRO FIGARI]
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-====== Oribe, Emilio - Sobre Pedro Figari, en Poética y plástica (I) ====== 
  
-El artículo da cuenta de la originalidad del ensayo filosófico de Figari [[figari:obra:literatura:arte_estetica_ideal|Arte, estética, ideal (1912)]], en la producción intelectual uruguaya (no advertida por la mayoría de sus contemporáneos), así como la de sus libros posteriores, publicados fuera del país, y la de su personalísima obra pictórica. 
  
-Documento original: {{:figari:otros_documentos:oribe_emilio_-_sobre_pedro_figari_en_poetica_y_plastica_i_.pdf|}}+El artículo da cuenta de la originalidad del ensayo filosófico de Figari [[figari:obra:literatura:arte_estetica_ideal|Arte, estética, ideal]] (1912), en la producción intelectual uruguaya (no advertida por la mayoría de sus contemporáneos), así como la de sus libros posteriores, publicados fuera del país, y la de su personalísima obra pictórica. 
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 +Documento original: {{:figari:otros_documentos:oribe_emilio_-_sobre_pedro_figari_en_poetica_y_plastica_i_.pdf|Oribe, Emilio - Sobre Pedro Figari}}, en //Poética y plástica//, tomo I. Colección de Clásicos Uruguayos, Biblioteca Artigas, vol. 134, Ministerio de Cultura, Montevideo, 1968, pp. 194-196. 
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 ===== SOBRE PEDRO FIGARI ===== ===== SOBRE PEDRO FIGARI =====
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 Pedro Figari, que pintó tantas figuras e imágenes que se admiraron en la exposición conmemorativa en su conjunto, con todos sus contenidos de atmósfera americana que confinan con lo autóctono y popular por los temas, desarrollos e intenciones, fue en vida un hombre de los que pueden llamarse sin extravagancia, de cultura muy superior. De la más elevada y exigente que en su época pudo adquirirse: universitaria, social, política, artística. De su personalidad viviente emanó a lo largo de su vida el aprecio de las capas refinadas y cultas de las capitales del Plata. Igualmente se confirma esto en cuanto se refiere a su labor profesional o dirigente de entidades de enseñanza. Vivió siempre, pues, en un ambiente de saber, de curiosidades europeas o americanas, de preocupaciones por la antiguedad clásica, de conocimientos históricos contemporáneos. Muy poco de eso trascendió a su pintura en lo que se refiere a temática general y a procedimientos constructivos. También debe agregarse que fue un hombre dado al estudio de otras ciencias que las del Derecho. Las ciencias generales y la filosofía lo atrajeron con intensidad, sobre todo cuando se hacía el tránsito de la madurez a la senectud. Pedro Figari, que pintó tantas figuras e imágenes que se admiraron en la exposición conmemorativa en su conjunto, con todos sus contenidos de atmósfera americana que confinan con lo autóctono y popular por los temas, desarrollos e intenciones, fue en vida un hombre de los que pueden llamarse sin extravagancia, de cultura muy superior. De la más elevada y exigente que en su época pudo adquirirse: universitaria, social, política, artística. De su personalidad viviente emanó a lo largo de su vida el aprecio de las capas refinadas y cultas de las capitales del Plata. Igualmente se confirma esto en cuanto se refiere a su labor profesional o dirigente de entidades de enseñanza. Vivió siempre, pues, en un ambiente de saber, de curiosidades europeas o americanas, de preocupaciones por la antiguedad clásica, de conocimientos históricos contemporáneos. Muy poco de eso trascendió a su pintura en lo que se refiere a temática general y a procedimientos constructivos. También debe agregarse que fue un hombre dado al estudio de otras ciencias que las del Derecho. Las ciencias generales y la filosofía lo atrajeron con intensidad, sobre todo cuando se hacía el tránsito de la madurez a la senectud.
    
-Las preocupaciones de esta índole se reflejaron en obras escritas que revelan profundos conocimientos. Me refiero principalmente al libro //"[[figari:obra:literatura:arte_estetica_ideal|Arte, Estética e Ideal]]"//, pubicado en 1912 en Montevideo, y reeditado en francés, en París, en 1922 y en 1926. Esta última edición trae un prólogo del conocido profesor de filosofía [[wpfr>D%C3%A9sir%C3%A9_Roustan|Desiré Roustan]]. Este libro desde su primera edición no mereció correcciones y ampliaciones. Ignoramos en qué período se gestó, pero imaginamos bien que fue en los años que sucedieron a la revolución de 1904, y al mismo tiempo que el autor ocupaba importantísimos y agobiantes puestos administrativos: Bancos, Comisiones, Directorios, Asesorías Letradas. Una multiplicidad de tareas que absorbieron sus horas y energías y contribuyeron a definir la personalidad tan destacada en el medio social del Montevideo de entonces. Colóquese sobre todo esto poderosos imperativos familiares y sociales. Y luchas de toda índole y dificultades a torcer y vencer. No fue hombre de cátedra ni de cenáculo y no sabemos qué relaciones mantuvo entonces con las figuras definitivas de nuestra poesía y de nuestro pensamiento: [[wpes>José_Enrique_Rodó|Rodó]], [[wpes>Carlos_Vaz_Ferreira|Vaz Ferreira]], Reyles, Zorrilla, Sánchez, Herrera y Reissig. De ello al menos no existen testimonios escritos que señalen intercambios de impresiones, coincidencias o discrepancias doctrinarias y emotivas. Más bien parecieron ignorarse mutuamente, hecho muy frecuente entre los uruguayos. +Las preocupaciones de esta índole se reflejaron en obras escritas que revelan profundos conocimientos. Me refiero principalmente al libro //[[figari:obra:literatura:arte_estetica_ideal|Arte, Estética e Ideal]]//, pubicado en 1912 en Montevideo, y reeditado en francés, en París, en 1922 y en 1926. Esta última edición trae un prólogo del conocido profesor de filosofía [[wpfr>D%C3%A9sir%C3%A9_Roustan|Desiré Roustan]]. Este libro desde su primera edición no mereció correcciones y ampliaciones. Ignoramos en qué período se gestó, pero imaginamos bien que fue en los años que sucedieron a la revolución de 1904, y al mismo tiempo que el autor ocupaba importantísimos y agobiantes puestos administrativos: Bancos, Comisiones, Directorios, Asesorías Letradas. Una multiplicidad de tareas que absorbieron sus horas y energías y contribuyeron a definir la personalidad tan destacada en el medio social del Montevideo de entonces. Colóquese sobre todo esto poderosos imperativos familiares y sociales. Y luchas de toda índole y dificultades a torcer y vencer. No fue hombre de cátedra ni de cenáculo y no sabemos qué relaciones mantuvo entonces con las figuras definitivas de nuestra poesía y de nuestro pensamiento: [[http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/rodo/|Rodó]], [[wpes>Carlos_Vaz_Ferreira|Vaz Ferreira]], Reyles, Zorrilla, [[http://www.archivodeprensa.edu.uy/biblioteca/Florencio_Sanchez/doku.php|Sánchez]], Herrera y Reissig. De ello al menos no existen testimonios escritos que señalen intercambios de impresiones, coincidencias o discrepancias doctrinarias y emotivas. Más bien parecieron ignorarse mutuamente, hecho muy frecuente entre los uruguayos. 
  
 Todos esos escritores fueron contemporáneos de él, aunque vieran la luz en la década siguiente a la que nació. Su ensayo "//Arte, Estética e Ideal//" se yergue de entre esas complicaciones, aislado, sin referencias concretas con sus semejantes. Es una obra sin antecedentes en el país que se propone sostener una tesis sobre las artes, y sobrepasando este límite, sobre la cultura, la filosofía y la sociología, y que se amplifica en propósitos muy difíciles de reunir concretamente. Sobre el mismo tema sólo se conocía en el país el estudio sobre Estética Evolucionista de Vaz Ferreira que apareció en 1905 y las reflexiones de carácter humanista y literario, aunque de una órblta muy superior, que trascienden de los "//Motivos de Proteo//", de Rodó. No sabemos que aquella obra encontrara un ambiente de resonancia, de comprensión o simpatía. Que él la estimó en forma indubitable lo prueba el hecho de que autorizara su versión al francés y su publicación en París, como buscando una atmósfera que aquí no le fue posible hallar. Después empezó su obra de pintor: su titanismo plástico que culminó en esa creación de número prodigioso y de valor tan eminente que constituye el verdadero signo de su personalidad en las artes contemporáneas. Todos esos escritores fueron contemporáneos de él, aunque vieran la luz en la década siguiente a la que nació. Su ensayo "//Arte, Estética e Ideal//" se yergue de entre esas complicaciones, aislado, sin referencias concretas con sus semejantes. Es una obra sin antecedentes en el país que se propone sostener una tesis sobre las artes, y sobrepasando este límite, sobre la cultura, la filosofía y la sociología, y que se amplifica en propósitos muy difíciles de reunir concretamente. Sobre el mismo tema sólo se conocía en el país el estudio sobre Estética Evolucionista de Vaz Ferreira que apareció en 1905 y las reflexiones de carácter humanista y literario, aunque de una órblta muy superior, que trascienden de los "//Motivos de Proteo//", de Rodó. No sabemos que aquella obra encontrara un ambiente de resonancia, de comprensión o simpatía. Que él la estimó en forma indubitable lo prueba el hecho de que autorizara su versión al francés y su publicación en París, como buscando una atmósfera que aquí no le fue posible hallar. Después empezó su obra de pintor: su titanismo plástico que culminó en esa creación de número prodigioso y de valor tan eminente que constituye el verdadero signo de su personalidad en las artes contemporáneas.
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 Aquí, desde luego, no puedo negar que me coloco dentro de un relativismo histórico y de idioma a la vez. Pero es muy seguro que el silencio que se ha extendido sobre lo escrito por Figari es injusto e inexcusable en esta hora de la consagración continental. Puede explicarse que haya sucedido así. Con el libro fundamental ocurrió algo análogo de lo que se sabe con respecto al pintor. Figari era una personalidad eminente en nuestro medio; su cono de sombra, aquello que él dejaba tras de sí y desde el cual se le veía y juzgaba, estaba densificado por importantísimos méritos. Desde la jurisprudencia a la acción directriz de las artes y los oficios, desde la acción diaria a la política en alguno de sus partidos, desde su amistad o enemistad, se expresaba como una máscara respetable y patricia.  Aquí, desde luego, no puedo negar que me coloco dentro de un relativismo histórico y de idioma a la vez. Pero es muy seguro que el silencio que se ha extendido sobre lo escrito por Figari es injusto e inexcusable en esta hora de la consagración continental. Puede explicarse que haya sucedido así. Con el libro fundamental ocurrió algo análogo de lo que se sabe con respecto al pintor. Figari era una personalidad eminente en nuestro medio; su cono de sombra, aquello que él dejaba tras de sí y desde el cual se le veía y juzgaba, estaba densificado por importantísimos méritos. Desde la jurisprudencia a la acción directriz de las artes y los oficios, desde la acción diaria a la política en alguno de sus partidos, desde su amistad o enemistad, se expresaba como una máscara respetable y patricia. 
  
-¿Cómo admitir que pensara sobre las artes en filosofía, en la histona y la estética, en un puro juego aventurero del espíritu? ¿En caso de obtener triunfo, de causar admiración por ello, cómo tolerar el éxito entonces? De ahí seguramente el silencio y también la confesión de que aquellos textos eran muy discutibles y difíciles, y de ahí también la tenacidad silenciosa de Figari al reimprimir su obra por dos veces en París, a modo de una réplica reveladora de la firmeza de su inteligencia. Recuerdo al mismo tiempo que Supervielle, con su infinita gracia poética, alude al Figari que empezó a colorear cartones en el momento en que parecía actuar con la inocencia del aficionado pintor de los domingos. Después resultó ser uno de los maestros del siglo. Algo por el estilo ¿no ocurrirá con el pensador? +¿Cómo admitir que pensara sobre las artes en filosofía, en la histona y la estética, en un puro juego aventurero del espíritu? ¿En caso de obtener triunfo, de causar admiración por ello, cómo tolerar el éxito entonces? De ahí seguramente el silencio y también la confesión de que aquellos textos eran muy discutibles y difíciles, y de ahí también la tenacidad silenciosa de Figari al reimprimir su obra por dos veces en París, a modo de una réplica reveladora de la firmeza de su inteligencia. Recuerdo al mismo tiempo que [[http://fr.wikipedia.org/wiki/Jules_Supervielle|Supervielle]], con su infinita gracia poética, alude al Figari que empezó a colorear cartones en el momento en que parecía actuar con la inocencia del aficionado pintor de los domingos. Después resultó ser uno de los maestros del siglo. Algo por el estilo ¿no ocurrirá con el pensador? 
  
 Las circunstancias pues, guardan igual signo de revelación doble: en el ambiente y en Figari, cuando nos detenemos en "//Arte, Esténca e Ideal//" como expresión de su tiempo. Es indudable, además, que para los navegantes más alejados en estas investigaciones estéticas, que suelen terminar a veces en el impasse socrático, sobre todo en los ejemplos particulares de artistas que surgen llenos de genio y arbitrariedad, y que se enuncia en el "//Sólo sé que no sé nada//", para los más alejados buscadores de explicaciones en Platón o Plotino o Hegel, el libro de Figari puede aparecer como difícil, abundante, no bien ordenado, empirista, etc. Pero ¿es legítima una actitud valorativa así, que llevada a término con coherencia nos obligaría a negar casi todo el pensamiento sudamericano? La obra a que me refiero, en efecto, es el reflejo o la confluencia de las doctrinas diversas dominantes en el final del siglo XIX. De allí se levantan las consecuencias. Además el símbolo de una mentalidad genérica superior que se expresó en toda América y que abarca los nombres de Varona, de Korn, de Ingenieros, de Deustúa y otros. Las circunstancias pues, guardan igual signo de revelación doble: en el ambiente y en Figari, cuando nos detenemos en "//Arte, Esténca e Ideal//" como expresión de su tiempo. Es indudable, además, que para los navegantes más alejados en estas investigaciones estéticas, que suelen terminar a veces en el impasse socrático, sobre todo en los ejemplos particulares de artistas que surgen llenos de genio y arbitrariedad, y que se enuncia en el "//Sólo sé que no sé nada//", para los más alejados buscadores de explicaciones en Platón o Plotino o Hegel, el libro de Figari puede aparecer como difícil, abundante, no bien ordenado, empirista, etc. Pero ¿es legítima una actitud valorativa así, que llevada a término con coherencia nos obligaría a negar casi todo el pensamiento sudamericano? La obra a que me refiero, en efecto, es el reflejo o la confluencia de las doctrinas diversas dominantes en el final del siglo XIX. De allí se levantan las consecuencias. Además el símbolo de una mentalidad genérica superior que se expresó en toda América y que abarca los nombres de Varona, de Korn, de Ingenieros, de Deustúa y otros.