I. Pedro Figari en hipertexto

Diferencias

Muestra las diferencias entre dos versiones de la página.

figari:otros_documentos:rocca_p._th._-_innovar_desde_la_tradicion._el_caso_figari.pdf [2011/10/27 01:24]
arodriguez
figari:otros_documentos:rocca_p._th._-_innovar_desde_la_tradicion._el_caso_figari.pdf [2019/07/25 07:48] (actual)
Línea 29: Línea 29:
 \\ \\
 \\ \\
-La figura de Pedro Figari (Montevideo, 1861-1938), tan compleja y vasta en derroteros de vida y de conocimiento, ha adquirido, finalmente, una estatura acorde a sus grandes proyectos de trascendencia humanista. En la última década han aparecido una serie de estudios que hacen posible el acercamiento a las muchas facetas públicas del hombre y que permiten la más cabal apreciación de su extenso legado.((Se destacan las publicaciones de Anastasía (1994), Pereda (1995), Peluffo y Flo (1999) y Sanguinetti (2002) A estos abordajes de carácter general y multidisciplinario se suman los ya clásicos enfoques filosóficos de Ardao (1971) como prologuista de varias antologías, Rama (1951) y Herrera Mac Lean (1943), entre otros.)) Figari destacó primero como novel abogado en un caso de implicancias políticas, el “crimen de la calle Chaná” (1895-1896), donde un joven alférez fuera falsamente inculpado --y en los detalles de tal falsedad se apoyará la defensa de oficio-- del asesinato de un joven militante nacionalista.((La investigación fue revelada por el propio Figari en un breve opúsculo (1899) //Un error judicial, El crimen de la calle Chaná. Publicaciones en defensa del Alférez Enrique Almeida//, Ediciones A. Barreiro y Ramos, Montevideo, 1899.)) Será también diputado por el Partido Colorado (1900-1905), co-director y fundador del periódico “El deber” y Presidente del Ateneo de Montevideo (1903-1909). En 1903 y 1905 sobresale como jurista con una serie de artículos periodísticos y conferencias contra la pena de muerte, siendo determinante su influencia para la aprobación de la ley abolicionista de 1907. (Figari, 1903 y 1905) Aún le queda tiempo para la concreción de un extenso tratado de estética y filosofía: Arte, Estética e Ideal de 1912.((La historia editorial del libro es expuesta por Arturo Ardao en los ensayos “Figari entre Le Dantec y Bergson” (1962), “’Arte, estética, ideal’ de Figari” (1960) y “Figari y sus prologuistas Delacroix y Roustan” (1964), los tres reunidos en Ardao, 1971. La publicación fue sacada a luz en 1912 por la imprenta local Juan J. Dornaleche y conoció más tarde tres sucesivas ediciones parisienses. La primera de ellas es un fragmento del ensayo en forma de opúsculo, editado por el BULLETIN de la Bibliothèque Américaine en 1913; le sigue la edición //Art, esthétique, idéal// de Librairie Hachette et Cie, prologado por Henri Delacroix y traducido por Charles Lesca en 1920; y más tarde, a cargo de la Revue de l’Amérique Latine en 1926, bajo el título //Essai de Philosophie biologique//, con la misma traducción de Lesca y nota preliminar de Désiré Roustan. Según Ángel Rama, estos tres últimos textos tienen profundas modificaciones con respecto a la primera edición. Para el presente trabajo se ha utilizado la edición de la Biblioteca Artigas a cargo de A. Rama que se basa en la primera montevideana de 1912, pero “purificándole de sus erratas y aplicando en cuanto a ortografía los criterios modernos”. (Figari, 1960:XXXV).)) Esta obra no tiene el recibimiento público esperado, pero con los antecedentes de varios proyectos de ley y reformas pedagógicas en ciernes, Figari será llamado por la Presidencia de la República para elaborar un programa educativo que atienda las “artes industriales”((“El concepto de arte industrial, modernísima expresión entonces en la cultura uruguaya, comprende la unión del arte con la industria. Figari lo utiliza a los veinticuatro años, en su Tesis sobre Ley Agraria, como componente esencial de la nueva ciencia que menciona al comienzo del trabajo.” (Anastasía, 1994: 8).)) y fungir como director interino de la Escuela de Artes y Oficios (1915-1917). Por último, renunciando de forma abrupta a las investiduras antedichas, y a partir de los 60 años en el exilio voluntario --primero en Buenos Aires y luego en París-- se volcará de lleno a la actividad artística. A la fecha de su muerte, acaecida a los 77 años de edad, había escrito una docena de cuentos, un libro de poesía, una novela utópica, y realizado más de 2000 pinturas.+La figura de Pedro Figari (Montevideo, 1861-1938), tan compleja y vasta en derroteros de vida y de conocimiento, ha adquirido, finalmente, una estatura acorde a sus grandes proyectos de trascendencia humanista. En la última década han aparecido una serie de estudios que hacen posible el acercamiento a las muchas facetas públicas del hombre y que permiten la más cabal apreciación de su extenso legado.((Se destacan las publicaciones de Anastasía (1994), Pereda (1995), Peluffo y Flo (1999) y Sanguinetti (2002) A estos abordajes de carácter general y multidisciplinario se suman los ya clásicos enfoques filosóficos de Ardao (1971) como prologuista de varias antologías, Rama (1951) y Herrera Mac Lean (1943), entre otros.)) Figari destacó primero como novel abogado en un caso de implicancias políticas, el “crimen de la calle Chaná” (1895-1896), donde un joven alférez fuera falsamente inculpado --y en los detalles de tal falsedad se apoyará la defensa de oficio-- del asesinato de un joven militante nacionalista.((La investigación fue revelada por el propio Figari en un breve opúsculo (1899) //Un error judicial, El crimen de la calle Chaná. Publicaciones en defensa del Alférez Enrique Almeida//, Ediciones A. Barreiro y Ramos, Montevideo, 1899.)) Será también diputado por el Partido Colorado (1900-1905), co-director y fundador del periódico “El deber” y Presidente del Ateneo de Montevideo (1903-1909). En 1903 y 1905 sobresale como jurista con una serie de artículos periodísticos y conferencias contra la pena de muerte, siendo determinante su influencia para la aprobación de la ley abolicionista de 1907. (Figari, 1903 y 1905) Aún le queda tiempo para la concreción de un extenso tratado de estética y filosofía: Arte, Estética e Ideal de 1912.((La historia editorial del libro es expuesta por Arturo Ardao en los ensayos [[http://figuras.liccom.edu.uy/figari:otros_documentos:ardao_a._-_figari_entre_le_dantec_y_bergson_1961-62_.pdf|“Figari entre Le Dantec y Bergson”]] (1962), “’Arte, estética, ideal’ de Figari” (1960) y [[http://figuras.liccom.edu.uy/figari:otros_documentos:ardao_a._-_figari_y_sus_prologuistas_delacroix_y_roustan_1964_.pdf|“Figari y sus prologuistas Delacroix y Roustan”]] (1964), los tres reunidos en Ardao, 1971. La publicación fue sacada a luz en 1912 por la imprenta local Juan J. Dornaleche y conoció más tarde tres sucesivas ediciones parisienses. La primera de ellas es un fragmento del ensayo en forma de opúsculo, editado por el BULLETIN de la Bibliothèque Américaine en 1913; le sigue la edición //Art, esthétique, idéal// de Librairie Hachette et Cie, prologado por Henri Delacroix y traducido por Charles Lesca en 1920; y más tarde, a cargo de la Revue de l’Amérique Latine en 1926, bajo el título //Essai de Philosophie biologique//, con la misma traducción de Lesca y nota preliminar de Désiré Roustan. Según Ángel Rama, estos tres últimos textos tienen profundas modificaciones con respecto a la primera edición. Para el presente trabajo se ha utilizado la edición de la Biblioteca Artigas a cargo de A. Rama que se basa en la primera montevideana de 1912, pero “purificándole de sus erratas y aplicando en cuanto a ortografía los criterios modernos”. (Figari, 1960:XXXV).)) Esta obra no tiene el recibimiento público esperado, pero con los antecedentes de varios proyectos de ley y reformas pedagógicas en ciernes, Figari será llamado por la Presidencia de la República para elaborar un programa educativo que atienda las “artes industriales”((“El concepto de arte industrial, modernísima expresión entonces en la cultura uruguaya, comprende la unión del arte con la industria. Figari lo utiliza a los veinticuatro años, en su Tesis sobre Ley Agraria, como componente esencial de la nueva ciencia que menciona al comienzo del trabajo.” (Anastasía, 1994: 8).)) y fungir como director interino de la Escuela de Artes y Oficios (1915-1917). Por último, renunciando de forma abrupta a las investiduras antedichas, y a partir de los 60 años en el exilio voluntario --primero en Buenos Aires y luego en París-- se volcará de lleno a la actividad artística. A la fecha de su muerte, acaecida a los 77 años de edad, había escrito una docena de cuentos, un libro de poesía, una novela utópica, y realizado más de 2000 pinturas.
  
 Este estudio pretende acotarse a un pequeño aunque crucial párrafo de la extensa labor de Figari, a saber, su actuación al frente de la Escuela de Artes y Oficios. En especial, se intentará dar con algunas respuestas referidas al aparente fracaso para traspasar las paredes del taller de enseñanza hacia una producción industrial de alcance masivo. Para ello se revisará la articulación de teorías y experiencias pedagógicas con atención a los procesos productivos y a las mentalidades e imaginarios que los guían. Solamente en esta relación de propósitos y mentalidades se puede considerar al emprendimiento como frustrado, pues los presupuestos figarianos resultarán exitosos a la luz de los acontecimientos postreros, e inclusive en el largo plazo sus axiomas habrán de relucir con una claridad profética.((Un repertorio de máximas de Figari cuyo enunciado aún no carece de cierta vigencia podría incluir algunos textos como los que siguen: “Hace unos seis años, movido por mi fervor americano, y americanista, propuse al gobierno de mi país que para prevenir todos estos apremios que se veían venir, iniciara un movimiento de aproximación o interconocimiento entre los pueblos de América... y decía entonces: ‘o nos industrializamos o nos industrializan’. Dicha iniciativa fue simpáticamente acogida allí, aquí y en otras partes, y de igual modo quedó olvidada, menos simpáticamente, hay que declararlo, y sigue olvidada”. (1965i:209) “Es el propio esnobismo el que nos hace cuidar más de la ciudad que de la campaña, al lado de esta urbe galopante, estupenda, que se la atiende y se la regala como a niña mimosa, la campaña es la gran Cenicienta”. (1965i: 206) “Dentro de un sabio régimen social, nada que pueda ser utilizado debe abandonarse”. (1965f:136).))  Este estudio pretende acotarse a un pequeño aunque crucial párrafo de la extensa labor de Figari, a saber, su actuación al frente de la Escuela de Artes y Oficios. En especial, se intentará dar con algunas respuestas referidas al aparente fracaso para traspasar las paredes del taller de enseñanza hacia una producción industrial de alcance masivo. Para ello se revisará la articulación de teorías y experiencias pedagógicas con atención a los procesos productivos y a las mentalidades e imaginarios que los guían. Solamente en esta relación de propósitos y mentalidades se puede considerar al emprendimiento como frustrado, pues los presupuestos figarianos resultarán exitosos a la luz de los acontecimientos postreros, e inclusive en el largo plazo sus axiomas habrán de relucir con una claridad profética.((Un repertorio de máximas de Figari cuyo enunciado aún no carece de cierta vigencia podría incluir algunos textos como los que siguen: “Hace unos seis años, movido por mi fervor americano, y americanista, propuse al gobierno de mi país que para prevenir todos estos apremios que se veían venir, iniciara un movimiento de aproximación o interconocimiento entre los pueblos de América... y decía entonces: ‘o nos industrializamos o nos industrializan’. Dicha iniciativa fue simpáticamente acogida allí, aquí y en otras partes, y de igual modo quedó olvidada, menos simpáticamente, hay que declararlo, y sigue olvidada”. (1965i:209) “Es el propio esnobismo el que nos hace cuidar más de la ciudad que de la campaña, al lado de esta urbe galopante, estupenda, que se la atiende y se la regala como a niña mimosa, la campaña es la gran Cenicienta”. (1965i: 206) “Dentro de un sabio régimen social, nada que pueda ser utilizado debe abandonarse”. (1965f:136).))