I. Pedro Figari en hipertexto

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-Silva Valdés, Fernán - {{:figari:otros_documentos:silva_valdes_-_la_pintura_y_las_ideas_de_pf_en_revista_nacional_a08_n86_feb_1945.pdf|La pintura y las ideas de don Pedro Figari}}, en [[http://www.periodicas.edu.uy/v2/minisites/revista-nacional/index.htm|Revista Nacional]], año 8, nº 86, febrero de 1945, pp. 217-222.+Silva Valdés, Fernán - {{:figari:otros_documentos:silva_valdes_-_la_pintura_y_las_ideas_de_pf_en_revista_nacional_a08_n86_feb_1945.pdf|La pintura y las ideas de Don Pedro Figari}}, en [[http://www.periodicas.edu.uy/v2/minisites/revista-nacional/index.htm|Revista Nacional]], año 8, nº 86, febrero de 1945, pp. 217-222.
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 Mas todo esto no sería suficiente para justificar el milagro. Esto lo hubiera llevado a un triunfo relativo por el camino de lo anecdótico, de lo criollo pintoresco, pero no por el de la pintura //en sí//, con la equivalencia del triunfo total a que él llegó. Mas todo esto no sería suficiente para justificar el milagro. Esto lo hubiera llevado a un triunfo relativo por el camino de lo anecdótico, de lo criollo pintoresco, pero no por el de la pintura //en sí//, con la equivalencia del triunfo total a que él llegó.
  
-Porque la manera, el estilo de Figari --- sea cual fuere el no bien conocido proceso de su formación --- lo conduce a tal realización artística, que deja //un limpio// de pintura tan original como único dentro de una cabal calidad. El ha encausado el realismo costumbrista de sus emociones épicas --- como que traducen la vida jugosa de nuestro+Porque la manera, el estilo de Figari --- sea cual fuere el no bien conocido proceso de su formación --- lo conduce a tal realización artística, que deja //un limpio// de pintura tan original como único dentro de una cabal calidad. El ha encausado el realismo costumbrista de sus emociones épicas --- como que traducen la vida jugosa de nuestro ayer romántico --- en unos desdibujados movimientos enriquecidos por desformaciones graciosamente expresivas, las cuales nunca empalman en la caricatura, aunque encierren cierto principio potencial de ella, tal una salmuera de ironía que nos moja la emoción y que a la postre nuestro paladar, luego de un esguince de sorpresa, agradece y concluye por amar. 
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 +Sabemos que Figari, antes de pintar en serio, realizó dos viajes a Europa. El primero en el año 1886, y en 1913 el segundo. Es lógico suponerlo, entonces, recorriendo los museos; atento a las obras maestras de todos los tiempos, singularmente ante aquellas que representan los movimientos estéticos de la época moderna. Nos lo imaginamos interesado por los problemas de la luz que puso en auge el //impresionismo// de Monet y sus compañeros de cruzada; así como atento a los virajes con que la transformaron el genio creador de un Cézanne, de un Van Gohg, o de un Gauguin --- tres solitarios y silenciosos como él --- en su saludable vuelta hacia las formas puras. 
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 +Es de figurarse en un hombre como Figari, la asimilación de experiencias que habrá realizado al contacto de las obras de otros maestros --- Vuillard y Bonnard acaso. --- ¿Qué chispa de tantas luces habrá recogido su mano, de pasada nomás, así como quien caza un bicho de luz a la orilla del día? 
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 +Por la riqueza colorista de su paleta, Figari se mueve dentro de la gran cauda que siguió al movimiento //impresionista//; pero de un impresionismo sin «plein air» --- aunque parezca paradoja --- ya que siempre pintó dentro del taller (su modesto taller: un cuartito cualquiera). Mas si sus contornos no se diluyen en la luz física de la intemperie, con los cambiantes propios del sol al andar las horas del día, sufren, en cambio, la fuga de sus líneas al ser ejecutados sin modelo, en //presencia// de figuras y episodios evocados por la imaginación, los cuales llegan a él en el carril de la memoria, desfigurados e //ilumnados// por el recuerdo. Es decir: que llegan a la punta de sus pinceles, cálidos de luz y dentro de una atmósfera de arte //desrrealizado//, que lo actualiza evadiéndolo de la mera y simple reproducción realística o fotográfica. 
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 +Es indudable que sin una intensa y previa cultura artística, Figari no hubiera pintado con esa valentía inocente propia de un salón de emancipados; como si alguna audacia colorista y desformante de los «fauves», hubiera envalentonado la gracia instintiva de su pincel. Pero es indudable, al par, que los jugos que pueda haber bebido en su visita al París de 1913 --- año histórico, gran final de la civilización en paz --- al llegar a la Patria fueron olvidados en el alvéolo 
 +transformador del subconsciente, a la vez que una firme idea de independencia artística lo recuperaba con el tirón de su imperio, para darnos en su obra nativo platense, más que una miel de abeja de laya europea, una miel acendrada de avispa //Camuatí//. 
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 +Buena parte de su obra, Figari la pintó en Buenos Aires --- viviendo en la calle Charcas --- luego en París, y los últimos años de su vida, en Montevideo. De París y Buenos Aires poseo cartas suyas donde me habla de su arte, de lo que desea realizar con los motivos nuestros, teorizando a veces con un fervor juvenil y con una fé en el destino de su obra, que lo mantuvo con el arco en perpetua tensión hasta la hora de la muerte, acaecida en plena ancianidad. 
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 +He releído algunas de sus cartas --- que nunca publiqué --- y de todas ellas, por considerarla más jugosa y rica en ideas americanistas, voy a transcribir casi íntegra, la primera que me escribió, a raíz del envío de un ejemplar de mi libro «Agua del tiempo», la cual constituyó la inicial de nuestra futura y fervorosa amistad. Está fechada en Buenos Aires el 4 de Diciembre de 1921. Entrando al texto que puede interesar a los lectores, dice: «De día en día más convencido de la necesidad de observar nuestro incomparable ambiente americano, con alma americana, puede imaginarse si leí con avidez y con satisfacción sus preciosos versos. ¡Cuánto cuesta ver las cosas sencillas!... Se diría que hasta ahora pasaban los cultores del terruño como seres simples, que se conforman con cualquier cosa, lo que los hacía simpáticos, así como su inconfundible inofensividad. Ahora, las cosas van cambiando, felizmente. No obstante, no hace un mes, hablando con un joven pintor argentino que llegaba de Europa, al hacerle yo el elogio de un cartón que pintara antes de su partida sobre asuntos caseros (mancarrones a la sombra de una higuera) me decía: «He cambiado de numen, en Europa. ¡Ahora traigo uno más civilizado!» Y eso ha ocurrido siempre. No ven que esto es cambiar oro por «dublé», no porque sea inferior lo europeo, sino porque, para un americano, optar por lo europeo es abdicar de lo que le es propio, 
 +y alistarse en donde no pasa ni pasará de ser un simple invitado. ¡Y es triste tener que vivir definitivamente fuera de casa! 
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 +Parece pequeño y hasta pobre lo propio, porque no nos hemos acostumbrado a estimarlo. Me refiero a la poesía de América, capaz de inspirar en todas las artes a los que han mantenido contacto con el medio, y tratan de comprenderlo. 
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 +Es de Tartarín eso de poner un boabab en maceta, y es obra de tartarines eso de ir a buscar la flora y la fauna europeas, desdeñando las nuestras que son tan ricas y hermosas. Por ahí es que nos hemos desconceptuado ante el europeo, por ese afán de imitarlo, sin caer en la cuenta de que es eso lo peor que pueda hacerse en materia de mal gusto, por no decir algo más fuerte y exacto también: es una prueba de ausencia de criterio. 
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 +Poco a poco, van poniéndose las cosas en su lugar, y lo primero que habremos de hacer es poner al americano en América, que es donde puede estar mejor. Yo vengo de vuelta porque también me dejé seducir por esa admiración incondicional por el Viejo Mundo, que a tantos deslumbra todavía, y si me salvé, y puedo volver es porque no perdí jamás contacto con nuestro ambiente. Siempre conservé cariño a las cosas del campo, especialmente, y los perfumes silvestres siempre me atrajeron. Sin saber por qué, sentía los paisajes, los tipos y costumbres nuestras, y digo «sentía» no en el sentido cursi que se da a la palabra por los ramplones, sino para indicar que ejercían cierta fascinación en mi espíritu. Después, a medida que fuí observando, para comprender, me parece haber encontrado caudales múltiples y multiformes, que sería insensato desdeñar. Eso, y el tener alguna aptitud pictórica, me hizo interesar en una obra que quiero cada vez más, como se quiere a una prenda personal de buena ley. 
 +Ahora, --- y muy particularmente cuando considero la paupérrima repetición en que vejetan los europeos, --- ya voy prefiriendo una bagatela nuestra, un yuyito criollo al boabab de Tartarín». 
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 +Figari era un poeta del color y del folklore, evocador genial de un pasado pintoresco. Al pintar de memoria sus recuerdos, se colocaba en un trance de //realismo imaginativo// que daba a sus escenas ese sentido poético aludido. Por eso no es extraño que en otra carta, fechada también en Buenos Aires, el 14 de Febrero de 1923, me dijera: «Así, por ejemplo, nosotros que hermanamos tanto y tan gemelamente nuestra manera de sentir y comprender las cosas del terruño, ¿por qué no intentamos hacer algo juntos? Yo podría pintar sus poesías, y Vd. poetizar mis pinturas. Ya, Julio Supervielle, tenía ganas, --- y me lo manifestó más de una vez, --- de hacer alguna poesía sobre mis temas pictóricos, concretos, que a él le hacían evocar bastante. Quizá por no estar suficientemente informado de nuestras cosas regionales y costumbres, no lo hizo aún. Esto nos daría tema para alguna conferencia de corte científico, moderno, nuevo y muy interesante». Más adelante, insistiendo, agrega: «le anticipo la idea para que la medite, y después me dirá si le resulta». 
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 +Como puede comprobarse por estas ideas, Figari, aun cuando había encontrado su camino artístico, y aun cuando éste lo conformaba plenamente, vivía en continua inquietud estética, más propia de un joven que de un homhre de edad avanzada. 
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 +Y por último, en carta escrita desde Bruselas, en Enero de 1926, me dice: «creo que presto un servicio a mi raza y a aquellos países, pues con motivo de mis exposiciones, se habla de ellos con gran simpatía, y se les mira idealizados, con la idealización de lo esencial típico, que siempre es poético y subyugador». Y finaliza con este párrafo, lleno de esperanza: «La Europa espera que el alma Americana se pronuncie: hay que trabajar y traer ese verbo nuevo, virginal». 
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 +Tal fué --- en ideas y realizaciones --- Don Pedro Figari, aquel señor abogado, defemor de causas sonadas; tímido pintar a escondidas que --- de buenas a primeras --- como tironeado por las voces milagrosas del arte y de la Patria, se convirtiera en el gran pintor nativo de los tiempos nuevos; cuya obra no han de borrar //escuelas// ni mañanas, porque se apoya en dos valores fundamentales: el de su pintura //como pintura//; y el de sus temas, como epopeya de su pueblo. 
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 +                                FERNÁN SILVA VALDÉS