I. Pedro Figari en hipertexto

Pereda Valdés, Ildefonso: "Sobre Figari". En La Cruz del Sur, año II, nº 7, Montevideo, octubre de 1925, p. 21.



S O B R E F I G A R I

Lo que en Figari más seduce es cierta manera de equilibrar las figuras en tonos suaves de color, que nos producen la impresión de deliciosas apiraciones de almas llenas de una fantástica vida de ensueño.

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Los fantasmas de Figari son interiores. La delicada túnica que los envuelve es vibración de color en nuestra retina.

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En Figari la emoción es todo. El poeta aparece a cada momento. Los personajes viven en la tela una vida, que les ha sido infundida con toques de emoción. En los pintores realistas, la vida no suele ser más que amontonamiento de signos exteriores, en Figari, en cambio, que no es nada realista, la vida se exterioriza por matices delicados.

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Frente al problema Figari se plantea la discutida cuestión de su originalidad. ¿Qué es lo nuevo en Figari?… ¿la técnica?… ¿el asunto? La técnica parece ser conocida y los asuntos han existido en los pintores coloniales, y sin embargo Figari es original. Hay algo que es propio de él y es la manera de tratar los temas. Nadie hasta ahora en el Río de la Plata lo había hacho con el sentido moderno del humorismo y de la poesía que se mezclan en Figari, en idénticas proporciones.

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Localizar a Figari en determinado lugar, es quitarle la mitad de su mérito. Figari es tan universal como Cezanne.

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Los negros sensuales de Figari forman un conjunto aristocrático, con un espíritu de clase que no quiere la confusión con los blancos. Tienen sus trajes – imitación de los trajes de los señores –, sus bailes, sus reuniones secretas, completamente herméticas, a las que solo ha podido penetrar Figari, cronista fino de los negros.

ILDEFONSO PEREDA VALDÉS