I. Pedro Figari en hipertexto

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 {{:figari:otros_documentos:ardao_a._-_figari_y_sus_prologuistas_delacroix_y_roustan_1964_.pdf|Ardao, Arturo - Figari y sus prologuistas Delacroix y Roustan}}, 1964 {{:figari:otros_documentos:ardao_a._-_figari_y_sus_prologuistas_delacroix_y_roustan_1964_.pdf|Ardao, Arturo - Figari y sus prologuistas Delacroix y Roustan}}, 1964
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 +**FIGARI Y SUS PROLOGUISTAS
 +DELACROIX Y ROUSTAN**
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 +                                       I 
 +                                        
 +No es a Figari pintor con el también pintor Delacroix,
 +Eugenio -dos grandes maestros del color- que se trata
 +aquí de relacionar; sino a Figari filósofo, con el también
 +filósofo Delacroix, Henri. En su calidad de estudioso de
 +los problemas estéticos, prologó éste la primera edición
 +francesa de //Arte, estética, ideal//, publicada en París en
 +1920. Circunstancias históricas y doctrinarias de interés
 +rodean ese vínculo.
 +
 +Cuando dicha publicación tuvo lugar, Figari no era
 +todavía, ni para los franceses, ni para los rioplatenses el
 +célebre pintor que llegaría a ser poco después. Delacroix,
 +que tanto se interesó por las ideas y observaciones estéticas
 +de los grandes artistas, lejos estuvo de imaginar que
 +tal era el caso de la obra que tenía delante. Para él, Fi
 +gari era sólo un “abogado de Montevideo y ex-Director de
 +la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad”, que en aquel
 +libro había resumido “sus largas reflexiones filosóficas”.
 +Muy distinta iba a ser la situación del prologuista de la
 +segunda edición francesa, en 1926, Desiré Roustan: la deslumbrante
 +revelación pictórica de Figari, no sólo en el
 +Plata, sino en el mismo París, se había producido ya; de
 +ahí que su prólogo tuviera por tema, precisamente, la re
 +lación entre el arte y las doctrinas de aquél.
 +
 +Delacroix se acercó al libro de Figari a raíz de habérsele
 +pedido “algunas palabras de introducción”, seguramente
 +por la “[[figari:anexos:ardao_-_una_forma_de_902-marzo-07-1958_.pdf|Agrupación de Universidades y Grandes
 +Escuelas de Francia para las relaciones con la América Latina]]”,
 +que fue la institución editora. Al hacerlo, elogió diversos
 +aspectos, omitiendo señalar sus discrepancias, que
 +en algunos puntos debieron, sin embargo, ser grandes, si
 +se recuerda cuáles eran sus orientaciones personales. Es
 +otra diferencia con Roustan, quien llegó al libro por el
 +profundo interés que le despertaron tanto los cuadros
 +como la conversación personal de Figari; de ahí la espontaneidad
 +admirativa de su prólogo, escrito desde una posición
 +filosófica afín al pensamiento figariano.
 +
 +Henri Delacroix, nacido en 1873 y muerto en 1937, era
 +ya en 1920, cuando prologó a nuestro Figari, una figura
 +de relieve en los medios filosóficos franceses. Desde principios
 +del siglo había publicado estudios de doctrina, historia
 +y psicología del misticismo, como //Misticismo especulativo
 +en Alemania en el siglo XIV// y //Los grandes místicos
 +cristianos//, y hacía poco había visto la luz su trabajo sobre
 +//La psicología de Stendhal//. Fue después de aquella
 +fecha, sin embargo, que aparecieron sus obras principales,
 +como //La religión y la fe// (1922), //El lenguaje y el pensamiento//
 +(1924), //Psicología del arte// (1927), //Las grandes
 +formas de la vida mental// (1934). Inmediatamente posterior
 +a aquella fecha es también su participación con diversos
 +estudios en el //Tratado de psicología// dirigido por
 +Georges Dumas (1923); poco antes de morir alcanzó a
 +preparar sus colaboraciones para la misma obra en su forma
 +de //Nuevo Tratado//.
 +
 +Atendida su actitud filosófica respecto al sentimiento
 +religioso, y en particular al misticismo cristiano, no pudo
 +compartir el clima naturalista de la obra de Figari, que
 +se coronaba con una crítica del cristianismo, colocada a
 +modo de apéndice en la traducción francesa. Pero tampoco
 +pudo compartir sus tesis centrales sobre el arte y la
 +belleza, aunque destacara algunas de las que llamó “numerosas
 +e interesantes sugestiones de esta teoría estética”.
 +Así, la “concepción biológica del arte” y los “excelentes
 +análisis de la emoción estética”, en cada uno de cuyos
 +aspectos señaló las directivas generales.
 +
 +En las dos versiones de la obra de Dumas, escribió
 +Delacroix el capítulo dedicado al sentimiento estético,
 +como primera autoridad que era, sobre el punto, en la
 +psicología francesa de la época. Sus estudios y reflexiones
 +en la materia aparecen por otro lado, ampliados y sistematizados
 +en su difundida //Psicología del arte//. Le da remate
 +a ésta un conjunto de conclusiones donde aborda de manera
 +directa, para hacer su definición personal, algunos
 +problemas estéticos capitales. Puede verse allí, mejor que
 +en otra parte, sus divergencias con Figari.
 +
 +Las dos primeras cuestiones que ataca son las de las
 +relaciones entre el arte y la utilidad y entre el arte y la
 +ciencia. Cuestiones centrales en la estética de Figari, en
 +ambas había sostenido éste una tesis monista radical. Por
 +más que haga concesiones, Delacroix se atiene a los dualismos
 +clásicos. Es una consecuencia de su disposición
 +inicial a circunscribir el concepto de arte al tradicionalmente
 +llamado arte bello.
 +
 +“El arte vuelve la espalda a la vida práctica, a las
 +preocupaciones utilitarias”, dice, conforme al punto de
 +vista corriente. Aun respecto a las bellas artes, no era ésa
 +la idea de Figari, porque ensanchaba la noción de utilidad,
 +al ensanchar desde su posición biologista, la propia noción
 +de necesidad orgánica o vital.
 +
 +“No podría imaginarse ni un minuto -añadía Delacroix-
 +que el arte se reduzca a la utilidad, porque ella
 +le haya auxiliado en su desarrollo. No es expresión de la
 +necesidad de vivir”. Parece responder directamente a Figari,
 +de quien había dicho al prologarlo: “El autor desarrolla
 +del principio al fin una concepción biológica del
 +arte, que saldría de las exigencias vitales y que sería un
 +medio de la inteligencia, destinado -como todas las artes-
 +a satisfacer las necesidades y las aspiraciones del
 +organismo.” Sin embargo, había dicho a continuación:
 +“Esta tesis es presentada con amplitud, y para prevenir
 +la objeción que no dejarían de hacer de inmediato numerosos
 +estéticos de hoy, el autor muestra con vigor que el
 +juego no es un artículo de lujo, sino un arte aplicado a
 +servir las necesidades secundarias, sucesivas y progresivas
 +del organismo, las subnecesidades como él dice”.
 +
 +//Esas necesidades secundarias, sucesivas y progresivas
 +del organismo//, en el sentido figariano, recordadas por el
 +propio Delacroix, dejan muy atrás, por cierto, la estricta
 +“necesidad de vivir” a que él alude al exponer su punto
 +de vista personal. Por eso la utilidad, incluso en su significación
 +biológica, tenía para Figari un alcance mucho
 +mayor, y por eso, también, no resultaba extraña, ni mucho
 +menos hostil, al concepto mismo de arte. Lejos de
 +“volver la espalda” a la vida práctica, como sostiene Delacroix,
 +el arte es a su juicio una dimensión calificada de
 +la propia //praxis//.
 +
 +Se diría que también pensaba en Figari cuando en las
 +mencionadas conclusiones de su //Psicología del arte//, publicada
 +al año siguiente de la segunda edición francesa de
 +la obra de aquél, Delacroix abordaba en seguida las relaciones
 +entre arte y ciencia. Con plena conciencia de quebrar
 +con ello toda la tradición al respecto, el filósofo uruguayo
 +había sostenido su identificación. “Lo único que
 +parece ya consagrado -decía- es que todo lo que se refiere
 +a la ciencia está fuera del campo artístico, y si lográramos
 +demostrar que no es así, quedaría comprobado lo
 +que hemos dicho antes, o sea que el arte es un medio
 +universal de acción y que se ofrece como un mismo recurso
 +esencial, en todas las formas deliberadas de la misma”.
 +Delacroix, por su parte, se aplica a hacer el rechazo
 +expreso de tal identifcación.
 +
 +Es notable, no obstante, su preocupación por dejar
 +constancia de todo lo que aproxima a ambos términos.
 +“El saber en todas sus formas, es creación [ ... ] la ciencia
 +es artificio, fabricación y creación". De ahí su "parentesco
 +con el arte”. Y a la inversa: “La inteligencia trabaja,
 +talla y mide en el arte como en la ciencia. Por eso
 +la obra de arte tiene mucha analogía con la obra científica”.
 +Si esas ideas van en la línea de Figari, todavía más
 +las que siguen: “Por ello la ciencia nos proporciona la
 +impresión de la belleza. Y hasta un cierto aspecto de belleza
 +natural, que no aparece más que por la ciencia, pues
 +ella descubre un orden del mundo que la sensibilidad no
 +alcanza”. Pero todo esto no es para Delacroix más que la
 +formulación de simples "reservas" o salvedades a la radical.
 +diferencia de naturaleza entre ciencia y arte, que Figari,
 +en cambio, abolía.
 +
 +Parentesco, analogía, sí, a su juicio: mas no comunidad
 +de esencia: el arte pone en valor el orden de la cualidad
 +sensible y afectiva, del que la ciencia aspira a desembarazarse
 +por el simbolismo intelectual de su sistema de
 +relaciones precisas. Hecha así por Delacroix la distinción
 +entre ciencia y arte, resultaba más descriptiva que explicativa,
 +se movía más en el plano de la apariencia que en
 +el, del fundamento, de acuerdo con el convencionalismo
 +tradicional. La impugnación, por implícita, por tácita que
 +fuera, de la tesis de Figari, exigía otro enfoque. Describir
 +una vez más aquel obvio dualismo ofrecido por la experiencia
 +inmediata, no era recimentarlo del punto de vista
 +ontológico.
 +
 +Sólo dos años antes, en 1925 -trece después de la primera
 +publicación de la obra de Figari- había dicho Dewey
 +que por mucho tiempo “será en gran medida profética la
 +tesis de que la ciencia es arte”, de la que, sin noticia del
 +pensador montevideano, creía ser entonces el primer sostenedor.
 +Se tratara o no de profecía, era, sin duda, una
 +verdadera heterodoxia estética engendrada por el pensamiento
 +naturalista. No podía aceptarla Delacroix, de
 +filiación clásica idealista en este campo, en la línea que
 +arrancaba de la kantiana //Crítica del juicio//.
 +                                        
 +                                      II
 +
 +Nacido en 1873, Desiré Roustan falleció en 1941, el
 +mismo año que Henri Bergson, su lejano maestro del
 +Liceo Enrique IV, cuyas grandes, inspiraciones doctrinarias
 +siguiera después. Como al de éste, entristeció su final
 +la caída de Francia. Apenas llevada a cabo la liberación,
 +sus principales escritos fueron reunidos. en un volúmen
 +titulado //La razón y la vida//. Dando testimonio definitivo
 +de sus calidades de humanista y filósofo, vió la luz en
 +1946, con estudio preliminar de A!mando Cuvillier, en una
 +colección de filosofía contemporánea dirigida por Emilio
 +Bréhier.
 +
 +En vida Roustan sólo había dado a la estampa dos
 +Libros, ambos de intención pedagógica: un curso de //Psicología//
 +excelente en su carácter y para su época (la primera
 +edición es de 1911 aunque fue a fines de la década del 20
 +que se le empezó a usar en nuestra enseñanza, y todavía
 +posterior su traducción al español); y un ensayo sobre
 +//La cultura en el curso de la vida//, del que se ha dicho con
 +razón que es “una verdadera pequeña obra maestra de
 +espíritu, de fineza y de buen gusto”. Lo más significativo
 +del punto de vista filosófico lo había dispersado en revistas,
 +conferencias e introducciones a textos clásicos, de
 +cuyo conjunto constituyó una selección el volumen póstumo
 +de 1946. El título aspiraba a expresar la constante
 +preocupación del autor por las relaciones entre la razón
 +y la vida, desde un brgsonismo de acento personal, afanado
 +por disipar la nota antiintelectualista, por preservar
 +a la razón sin dejar de aproximarla a las realidades
 +vitales.
 +
 +Más que de psicología, a la que hay una tendencia
 +escolar a referir el nombre de Roustan por la asociación
 +que ha impuesto su difundido curso (primera parte, tan
 +sólo de un tratado completo de filosofía que no alcanzó
 +a publicar), se trata allí de gnoseología,  lógica, meta-
 +física, moral y filosofía de la religión, dominios a los que
 +se orientó en su madurez su conciencia filosófica: “La
 +evolución del racionalismo”, “La ciencia como instrumento
 +vital”, “Deducción e inducción”, “¿Ha hecho Bergson el
 +proceso de la inteligencia?”, “La moral de Rauh”, “El drama
 +de la metafísica cristiana”, “El //Tratado del amor de
 +Dios// de Malebranche y la querella del Quietismo”.
 +
 +En su citado estudio preliminar, recordando las producciones
 +de Roustan, menciona también Cuvillier “una
 +introducción al //Ensayo de filosofía biológica// del pintor
 +argentino[sic] Pedro Figari, a quien había conocido cuando
 +su gira de conferencias en América del Sur, y de
 +quien analiza las concepciones biológicas, tan próximas
 +de las suyas propias, la teoría de la emoción estética y las
 +tendencias panteísticas”. Se refería al trabajo que sirvió
 +de prólogo a la segunda edición francesa de //Arte, estética,
 +ideal//, título éste de la edición española de la obra de Figari
 +y conservado en la primera francesa, que pasó entonces
 +a ser subtítulo, reemplazado por aquél.
 +
 +Lo escribió como espontáneo resultado de una triple
 +sucesiva admiración: por el arte, por la persona y por la
 +filosofía de Figari. En 1924, en ocasión de una prolongada
 +estada en la Argentina en misión universitaria, visitó en
 +la galería Witcomb una exposición de Figari, de las primeras
 +que realizaba éste en Buenos Aires. La revelación
 +de aquella obra lo condujo a frecuentar el taller del pintor,
 +en quien encuentra con sorpresa -como le acontecería
 +más tarde a Ortega y Gasset al conocer a Figari en
 +París- un filósofo. Esto lo lleva a la vez a la lectura de
 +su libro, publicado poco antes en francés en traducción
 +de Charles Lesca y con prólogo de Henri Delacroix. Fue
 +para él una nueva revelación, acogida con tanto más entusiasmo
 +cuanto que le permitió confirmar una coincidencia
 +profunda con su propio pensamiento. A fines del
 +mismo año 1924, pronunció ya en Buenos Aires una conferencia
 +sobre la pintura y la filosofía de Figari ((Tuvo lugar el 22 de setiembre de 1924, bajo el título de “Fígari, El pintor y el filósofo”, en la Asociación Amigos del Arte, adornada la sala con
 +numerosos cuadros de Figari (Véase //La Nación// de Buenos Aires, 23 de se
 +tiembre de 1924, pág. 17). De visita en Montevideo diez días después.
 +Roustan dicta en nuestra Universidad otra conferencia sobre “Las principales
 +doctrinas morales en Francia en la hora actual”, siendo presentado por el
 +doctor Antonio M. Grompone. El mismo día, 2 de octubre, //Diario del Plata//
 +(pág. 9), publicó un resumen de la conferencia bonaerense sobre Figari,
 +cuyo encabezamiento puede hacer caer erróneamente que fue dictada en
 +Montevideo.))
 +. Al año
 +siguiente es éste quien viaja a París y expone en la misma galería 
 +Druet donde dos años antes había tenido lugar,
 +sin su presencia, una primera muestra europea de sus cuadros.
 +Es entonces cuando Roustan dedica su ensayo al
 +“talento tan profundamente original, casi desconcertante,
 +de Pedro Figari”, reproduciendo el plan y los conceptos
 +de su conferencia anterior ((Está fechado en diciembre de 1925. Con supresión de algunos fragmentos,
 +se publicó en español en el suplemento literario de //La Nación// de Buenos
 +Aires el 7 de marzo de 1926, el mismo año en que apareció la citada edición francesa de la obra de Figari, a que sirvió de prólogo. Puede verse el texto completo en español en el opúsculo: Desiré Roustan - Francis de Miomandre, Figari filósofo, pintor, poeta (traducción de Arturo Ardao), Montevideo, 1962 (apartado de la //Revista Nacional//, NQ 208, abril-junio de 1961).)).
 +
 +Sin ignorar, como se vio que ocurría en Cuvillier, su
 +nacionalidad uruguaya, recoge una declaración regionalista
 +del propio Figari. “El Río de la Plata -dice- que
 +no se atraviesa en menos de ocho horas, en buenos barcos,
 +entre Montevideo y Buenos Aires, le parece demasiado
 +estrecho para constituir una frontera natural. Se declara
 +rioplatense”. Quiere ver ya en ello, el maestro francés,
 +un signo de la invencible resistencia a la fragmentación
 +que domina a todo el espíritu del pintor filósofo. Empieza
 +asombrándose de la diversidad de cuestiones sobre las
 +cuales ha condensado sus ideas: “el arte, la estética, la
 +ciencia y cien otros problemas considerables [ ... ] capítulos
 +sobre la evolución, la vida, el instinto, la conciencia, la
 +religión, la sustancia, la libertad, una teoría de la ciencia,
 +una crítica del cristianismo, ideas sobre el tiempo, sobre
 +el progreso, sobre la inmortalidad, sobre la relación del
 +hombre con la naturaleza”. Reconoce de inmediato la gravitación
 +poderosa de un centro que hace del todo un pensamiento
 +sistemático. La unidad de la doctrina es inseparable
 +en este caso de la unidad que ella misma atribuye
 +a lo real: porque "nadie más convencido que Figari de la
 +profunda continuidad de todas las cosas en este mundo".
 +De tal unidad universal, de tal monismo, extrae Roustan
 +algunos elementos que analiza por separado.
 +
 +El primero de todos es asunto que especialmente le
 +interesa: la concepción biológica de la ciencia y del conocimiento.
 +A aquella altura, dicha concepción había sido 
 +desarrollada con amplitud, en distintas direcciones, desde
 +el evolucionismo del siglo XIX a sus formas renovadas
 +del primer cuarto del actual. Roustan había sido no sólo
 +testigo sino actor del proceso. Encuentra, no obstante,
 +aportes originales en la obra del pensador montevideano.
 +En el aspecto crítico, le seduce la manera cómo se encara
 +con las doctrinas tradicionales que separan al hombre de
 +la naturaleza. “Figari hace de ellas una hecatombe y su
 +ironía lo emparenta con aquellos filósofos del siglo XVIII,
 +cuya acción liberadora se está hoy tal vez demasiado pro
 +penso a desconocer”. Con todo, el siglo XVIII no había
 +llegado a comprender hasta qué punto, tanto como el
 +cuerpo, está en la naturaleza el espíritu humano. De donde,
 +a partir de la concepción biológica de la conciencia
 +y del conocimiento, un nuevo enfoque de las funciones de
 +la inteligencia y de la ciencia. Por ahí va la opinión de
 +Figari.
 +
 +“No tengo miras de contradecirla -añade Roustan- habiendo
 +hace unos diez años, desarrollado ideas bastante
 +análogas en un estudio publicado por la //Revue de Meta
 +physique et de Morale//”. Aludía a un ensayo justamente
 +calificado de notable, incluido en aquella revista en setiembre
 +de 1914 con el título de “La ciencia como instrumento
 +vital”, y luego recogido en su citado volumen //La
 +razón y la vida//. En la tradición académica cuenta entre
 +las mejores contribuciones francesas a la teoría biológica
 +del conocimiento. Refiriéndose a Figari, continuaba: “Yo
 +desearía aun agregar algunos argumentos a los suyos”.
 +Es lo que hace en seguida, resumiendo algunos pasajes
 +de aquel ensayo, en especial su tesis de que el papel de
 +adaptación que cumple la conciencia, no es pasivo sino
 +activo: “la verdadera adaptación, la del ser vivo, no es
 +nunca sacrificio, sino reacción conquistadora”, lo que había
 +llamado, con una expresión celebrada, “adaptación
 +ofensiva”. Concluía: “En lugar de poner sus tendencias
 +en armonía con las cosas, el hombre concibe la posibilidad
 +de modificar el universo para ponerlo en armonía con sus
 +tendencias, y la ciencia nace de ese esfuerzo”.
 +
 +Vuelve en seguida a su prologado: “Estoy seguro de
 +que Figari suscribiría todas estas observaciones, pero nos
 +interrumpiría aquí, para declarar que el mismo esfuerzo
 +está en el origen del arte”. Y después de indicar las ideas
 +de éste, dice: “Me parece que la contribución personal de
 +Figari a la teoría biológica del conocimiento, es un esfuerzo
 +por ampliarla hasta el punto de transformarla en
 +una teoría biológica del arte tanto como de la ciencia”.
 +Al emitir ese juicio, no podía imaginar que en el mismo
 +año 1925 cumplía por su lado la misma ampliación, en
 +su obra La experiencia y la naturaleza, John Dewey, uno
 +de los más encumbrados representantes de la teoría biológica
 +del conocimiento, de quien se había ocupado en su
 +ensayo de 1914.
 +
 +El punto que ataca en seguida Roustan es en cierto
 +modo una aplicación del anterior: la teoría figariana de
 +la emoción estética, con la atribución a ésta de un papel
 +vital, de un significado biológico. La acoge con verdadera
 +simpatía, subrayando su originalidad, y se siente también
 +aquí dispuesto a complementarla con argumentaciones
 +personales, compartiendo la crítica que Figari, no obstante
 +su biologismo psicológico, hacía de la teoría fisiológica
 +de las emociones de James y Lange.
 +
 +Se ocupa Roustan, en fin, de lo que llama el panteísmo
 +temperamental de Figari, su espinozismo implícito, aunque
 +no haya elaborado precisamente un sistema panteísta. Se
 +le descubre, a su juicio, como una tendencia, como una
 +preferencia instintiva y una forma de sensibilidad, llamadas
 +a manifestarse también en la obra del artista. Después
 +de apuntar diversas notas espinozistas, subraya una última:
 +“Una analogía más notable todavía, puede ser señalada:
 +como Spinoza, Figari ha unido a la afirmación del
 +más riguroso determinismo una teoría de la libertad y la
 +inspiración de esta teoría es la misma en ambas doctrinas,
 +fuera, verosímilmente, de toda influencia directa. En este
 +mundo donde no se produce nada que no deba producirse,
 +conservo el derecho de llamarme libre, porque no soy
 +únicamente determinado, soy una parcela de lo que determina,
 +soy causa, al mismo título que el resto del universo,
 +cuento para algo. El error del epifenomenismo, observa
 +Figari con profundidad, es que distingue en el universo
 +una realidad material que cuenta y una realidad espiritual
 +que no cuenta. Nada nos autoriza a situar todo poder
 +activo en una porción solamente de lo real”,
 +
 +Quizá Roustan, como hemos, dicho en otro lugar, no
 +considera bastante en la metafísica de Figari otros aspectos
 +que, en lugar de aproximarlo, lo separan de Spinoza.
 +Pero expresamente ha querido limitarse al análisis
 +de sólo algunas ideas, en una doctrina filosófica que las
 +ofrece con  tanta prodigalidad. Por nuestra parte, hemos
 +querido limitarnos también a recordar esa olvidada relación
 +intelectual. Crece en nuestros días el interés europeo
 +por la filosofía en América. Se ha sentido ya la necesidad
 +de determinar lo que en un estudio reciente el panameño
 +Ricaurte Soler ha llamado “la presencia del pensamiento
 +de la América Latina en la conciencia europea”. En la
 +historia de esa presencia, la acogida que el noble espíritu
 +de Roustan hizo a Figari, el rango filosófico que le reconoció,
 +en términos tal vez no repetidos respecto a un pen-
 +sador latinoamericano, por un pensador europeo no español,
 +constituyen por si solos, todo un importante capítulo.
 +                                                                  
 +                                                                                1964
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